John Erick Dowdle sigue ganando enteros dentro de la industria norteamericana, y tras encargarse de un remake de la española [REC] (Quarantine) y de un par de cintas de terror más o menos resultonas (La trampa del mal y Así en la Tierra como en el infierno) parece que ha sido ascendido en el escalafón correspondiente. Ahora llega el turno de dar órdenes a dos actores como Owen Wilson y Pierce Brosnan en una historia donde una familia americana convencional se ve sumida en el caos de las revueltas surgidas en un país del sudeste asiático. El salto de Dowdle al thriller de acción se salda con un aprobado, aunque tampoco podamos lanzar excesivos cohetes para celebrarlo.
Ante todo hay que resaltar el ritmo que se crea durante casi toda la película –sobre todo a partir del momento en que estalla el conflicto–, frenético y angustioso. La tensión se mantiene de manera aceptable hasta la resolución, dando forma a “un rompenervios vulgar pero modestamente apasionante” según The Hollywood Reporter, palabras que suscribimos al cien por cien. Escena tras escena sufrimos en las carnes de la familia implicada sus ansias por escapar de las crueles hordas de indignados lugareños, y sentimos el sudor frío que recorre sus cuerpos. A la intensidad de la propuesta podemos añadir como punto a favor el ver a Owen Wilson tan alejado de sus registros habituales.
En el lado negativo de la balanza entran las repetitivas escenas de tono más familiar –dan ganas de que acaben con todos ellos–, las casualidades y los tópicos más trillados. Tampoco ayuda el retrato tan negativo que se hace de los nativos empeñados en acabar con el protagonista, un pobre diablo cuya culpa es bastante risible (el detalle del cartel con su foto es para echar alguna que otra carcajada involuntaria). Tal vez hubiera sido deseable una mayor reflexión sobre el imperialismo yanqui y sus efectos en otros países, pero solo se pasa de puntillas por ahí.
En definitiva, Golpe de Estado es un thriller relativamente efectivo, fácilmente olvidable, y que según tengamos el día tal vez nos produzca cierto rechazo o bien nos tenga pegados a la butaca con ansias de saber qué pasará a continuación.