En una época en la que Marvel Studios ha demostrado dominar a la perfección la técnica para embelesar con sus adaptaciones superheroicas tanto a profanos como a paganos (evolucionando poco a poco y añadiendo nuevos rostros a su colección de personajes fílmicos, pero principalmente proporcionando muy buenos momentos en las salas), la Fox mueve ficha y mantiene vivo su principal activo, a saber, las traslaciones a la pantalla de la archiconocida Patrulla-X.
Tras el suculento aperitivo –y a la vez intento de imitar las formas de Marvel– que fue recientemente Deadpool, la sexta entrega la saga insiste en bucear en los días más tempranos del grupo de mutantes formado por Charles Xavier. Una vez reseteada pertinentemente la historia respecto a la primera trilogía, y de nuevo con Bryan Singer a los mandos principales, la franquicia se postula como máxima competidora de Vengadores y similares, echando el resto en lo que a rostros conocidos se refiere, tanto en actores como en héroes y villanos implicados. Y el caso es que la jugada funciona.
No ha sido nunca Apocalipsis uno de los villanos que más simpatía ha despertado entre los lectores de cómics. Pese a generar historias hoy en día mitificadas –La era de Apocalipsis–, lo cierto es que su misma naturaleza (omnipotente, grandilocuente) y lo vago de sus poderes restaban credibilidad a los eventos en que se veía implicado para complicar la vida de nuestros mutantes favoritos. Algo parecido sucede en este tránsito a carne y hueso, donde su figura peca de seriedad y de tener algo de opereta, y las motivaciones de sus jinetes quedan bastante desdibujadas.
Por suerte, la película tiene suficientes pilares donde sustentarse. Si bien la Fox ha fracasado miserablemente en sus intentonas con los 4 Fantásticos, queda patente que le tienen la mano bastante bien cogida a los jóvenes con talentos de Xavier: el ritmo y los diálogos funcionan de manera fluida, algunos personajes son para enmarcar –de nuevo Mercurio se luce–, y son conscientes de que contar con buenos actores otorga puntos extra a cualquier producto; ahí están James McAvoy y Michael Fassbender para dar un recital.
No deja de ser chocante que un personaje siempre tan secundario como Mística haya progresado tanto en su paso a la pantalla grande y ahora ocupe una posición en primera línea, salvo que entendamos que probablemente a Jennifer Lawrence le ha pasado lo mismo que a Halle Berry en su momento con Tormenta, reclamando mayor presencia en el metraje para estar a la altura de las expectativas de sus seguidores. De todos modos, un detalle así tampoco molesta en exceso.
En definitiva, la saga sobrevive cambiando lo que se debía cambiar (viene al pelo ese mutatis mutandis que le sonará a más de un abogado), pero manteniendo su esencia. Otra cosa es que los niveles de emoción o entrega por parte del espectador igualen a los estrenos de Marvel, pero eso sería tema para comentar en otro momento.