Hay otros mundos, pero todos están en este. Robert y Joseph son hermanos, residen en la misma ciudad, pero les ha tocado vivir en lo que parecen ser alejados universos. Mientras el primero reina en el de la noche, responsable de la discoteca de moda en Brooklyn y ambicionando dar el salto a Manhattan, el segundo ha proseguido el camino que marcaba la tradición familiar como parte del cuerpo de policía. Una vida más dura y disciplinada con la que se gana el aprecio y respeto de su padre (Robert Duvall), que deja a Robert como el hijo pródigo y oveja negra de la familia. Algo que no parece molestarle cuando llegada cierta hora de la noche se convierte en el responsable del lugar en el que todos quieren entrar, una referencia respetada en un mundo superficial y terriblemente seductor.
No obstante, antes o después ambos mundos colisionarán cuando el tráfico de drogas una su discoteca con las investigaciones de su hermano. Entonces se enfrentarán las irreconciliables emociones familiares en que la vida de Robert (Joaquin Phoenix) es reducida a la de un vividor abandonado a los excesos, alimentando más el orgullo de su padre hacia Joseph (Mark Wahlberg) y creando una tensión fratricida insoportable entre ambos, hasta que las circunstancias les obliguen a entenderse.
James Gray, guionista y director de La Noche es Nuestra, tiene una carrera en el cine que hasta la fecha no ha destacado por su carácter prolífico. Con tan solo dos películas previas espaciadas ambas más de seis años -Pequeña Odessa (1994) y La Traición (2000)-, la última vez que dirigió sus papeles protagonistas recayeron curiosamente en el mismo dueto que nos ocupa: Phoenix/Whalberg. A pesar del escaso éxito con el que se saldó entonces aquella colaboración, puede decirse sin ambages que en esta ocasión ha logrado una de las más dignas representaciones del cine negro y policiaco que se recuerdan en los últimos tiempos. Una cinta alejada hasta el extremo de la vulgaridad y violencia gratuita, de la estética forzada y los excesos chirriantes, a las que el género nos tiene acostumbrados recientemente por parte de algunos fashion videocliperos de moda.
Quizá esto sea un indicio de el tipo de público al que no entusiasmará una elaboración tan sobria y elegante y en que cada personaje que aparece por pantalla desborda credibilidad gracias a una meritoria dirección de intérpretes. Puede que en su confusión les parezca carente de acción el suave discurrir de los acontecimientos que hace palpar la tensión y el drama que viven sus protagonistas, la encrucijada en que se encuentran, las angustias que les impiden conciliar el sueño.
Como si se tratase de una demostración de personalidad, Gray inicia su exposición con una escena que por descaradamente erótica no puede estar más alejada de lo que viene después. Los magreos desinhibidos de Eva Mendes y Joaquin Phoenix marcan una apertura que sirve para quitarse complejos y así cuando luego recuerde que no es necesario profundizar en aspectos viscerales para hacerse con la emoción, que quede claro no es por un exceso de puritanismo.
Las escenas más trepidantes son otro ejemplo de metodología propia. El propio director se declara fascinado por los métodos para él inconcebibles de Michael Bay (“Trabaja con 60 cámaras y explosiones por todas partes. Yo tengo un par de escenas de acción y estoy preocupadísimo por si alguien muere”), hasta el punto que la escena más emocionante, una persecución bajo la lluvia cargada de planos subjetivos y enfoques cambiantes no sólo nos mete de lleno en la conducción enloquecida, si no que se saldó con un accidente real durante su propio rodaje.
Inspirada por cintas como China Town, El Padrino o French Connection, cine europeo de Visconti y japonés de los años 50, la inmersión de la trama en unos años 80 que casi resultan tangibles está a años luz de los relatos sanguinolentos y exaltados de un cine en que sin mutilaciones ni depravación sus realizadores son incapaces de mostrar dureza o arrancar una sola emoción. La Noche es nuestra lo hace durante sus casi dos horas y sólo cabe esperar que la próxima producción de Gray (Two Lovers, actualmente en producción para romper sus largos periodos entre cada uno de sus proyectos) sepa conservar su habilidad contando historias.