Tras la sorprendentemente arriesgada “El doctor T y las mujeres” y una propuesta de whodoit tan sólida y formalmente estimulante como “Gosford park”, el ya clásico titán Altman se embarca en un mundo para él desconocido como es el de la danza, a partir de un proyecto personal de Neve Campbell, productora, coguionista y actriz principal.
La opción del veterano realizador no deja de resultar curiosa: abordar su introspección desde una perspectiva de diseccionador frío y severo, no sólo en las representaciones teatrales, sino también en las ligeras tramas personales y sentimentales de sus protagonistas, huyendo de los excesos dramáticos de, por ejemplo, la reciente “El ritmo del éxito” o las ya clásicas "Fama" o "Paso decisivo". El resultado tiene interés y solidez, pero sobre él pende constantemente la sombra de la vacuidad y la dejadez creativa, sembrando las dudas sobre la separación entre el distanciamiento artístico y la abulia creativa. La película puede despertar la pasión de los conocedores del mundo que retrata y sus admiradores, pero aburre soberanamente a todos los que, a priori, no compartimos esa virtud, sumándose al cada vez mayor número de historias que despiertan la somnolencia o el regocijo a tenor de la predisposición de su público. De la misma forma que todo lo que se mueve en "The company", desde bailarines hasta tramas interpersonales, parecen aburrir también al propio Altman, un viejo zorro que ha resuelto la película con ceremonioso distanciamiento, cuidándose de no dejar un ápice de su alma en ella.