La primera película escrita y dirigida por Peris Romano y Rodrigo Sorogoyen es una de esas cintas que te resarcen de todas las malas producciones españolas que normalmente desfilan por la cartelera a lo largo del año y te hacen volver a creer que cualquier cinematografía puede crear periódicamente obras que te hagan salir del cine plenamente satisfecho.
8 citas está compuesta de otros tantos relatos breves (aproximadamente unos 10 minutos por cabeza) centrados en diferentes fases de las relaciones amorosas: el enamoramiento, las citas llenas de dudas, la primera noche de sexo (bueno, mejor dicho la mañana siguiente), la primera comida con la familia de nuestra pareja, la rutina, la ruptura, enfrentarse a los ex, el reencuentro años después... Aparentemente se trata de compartimientos estancos dentro del filme, aunque algún detalle aislado, y sobre todo la historia final, servirán para entrelazarlas de un modo bastante natural.
Por ahí se ha dicho que esta película es el Love actually (Richard Curtis, 2003) a la española. Algo de eso hay, pero no nos engañemos. Pese a los valores de aquélla, 8 citas le gana la mano porque se decanta por jugar la baza de la frescura bien entendida, ofreciéndonos sólo reveladores retazos de las diferentes fases antes mentadas (básicamente lo que captamos en esos 10 minutos de duración), y dejando que el espectador sea libre de imaginarse qué ha llevado a los personajes hasta allí, y cómo se desarrollará la historia a partir de entonces. Así pues, por fortuna no hallaremos aquí ninguna reflexión sesuda y pretenciosa que quiera explicarnos el amor y todos sus aspectos en apenas hora y media.
A las buenas maneras que apunta la idea inicial de Romano y Sorogoyen hay que añadir la excelente dirección de actores, que hace que no tengamos quejas de ninguno de los participantes en la cinta, pese a las dudas que a priori podíamos tener sobre Belén Rueda, Fernando Tejero o Arturo Valls, por ejemplo. En este aspecto brillan con luz propia monstruos de la interpretación como Raúl Arévalo o Adriana Ozores, sin olvidar el resto del reparto que realiza una gran labor.
Por su parte, los directores demuestran tener buen oído para los diálogos, y estos suenan muy naturales en boca de los distintos personajes, buscando la comicidad en el contexto de las situaciones y en determinados giros y expresiones, no en la sal gorda. Eso sí, también hallamos chistes que valen verdaderamente la pena, siempre sin excesos.
Dos puntos más a destacar: la sabiduría con que se han usado las canciones que forman parte de la banda sonora (resaltando estados de ánimo, no creando un “momento videoclip”), y la variedad de estilos cinematográficos y recursos empleados en las diferentes historias: voz en off, plano secuencia, flashbacks con texturas diversas, un solo escenario... Asombra que dos directores debutantes hayan logrado combinar con tanto acierto tal cantidad de técnicas, unidas a una historia y haciendo que sea imposible encontrarle una pega a estas 8 citas, a buen seguro una de las mejores películas españolas que podremos ver en este 2008.