Te casaste con él por el sexo, no esperes que sea un tipo inteligente. Con tamaña frase usada para definir al personaje masculino principal de esta película (Matthew McConaughey), cualquiera deduciría que Como locos... a por el oro podía dar más de sí. Lástima que esa afirmación resulte a la postre lo único medianamente salvable de una cinta que apuesta por crear una historia de aventuras sustentada en dos caracteres opuestos, con esa ya recurrente relación amor/odio que abunda en los productos que provienen de la gran industria estadounidense del séptimo arte.
Revisando la filmografía de Andy Tennant, encargado de orquestar esta aberración hecha celuloide, nos topamos con títulos de la talla de Hitch, especialista en ligues (2005), Sweet home Alabama (2002), Por siempre jamás (1998), o Dos por el precio de una (1995) –con ¡horror! las gemelas Olsen–. Así pues, las expectativas eran prácticamente nulas, detalle que suele jugar a favor de las películas malas, ya que cualquier hallazgo, por insignificante que sea, siempre sumará puntos a su favor.
La pareja protagonista, Kate Hudson y el mentado McConaughey –quienes ya cruzaran sus caminos en Cómo perder a un chico en 10 días (Donald Petrie, 2003)–, encarnan a un matrimonio que está a punto de divorciarse debido a que ella encuentra irritante la falta de madurez de su marido, que se entrega con pasión irracional a la búsqueda de tesoros en barcos hundidos. Sin embargo, el descubrimiento casual de un navío español, que siglos atrás acabó en el fondo del mar junto a su preciosa carga, hará que ambos cónyuges se alíen de nuevo, a regañadientes, para hacerse con el botín.
Si lo que se pretendía era ofrecernos una cinta de aventuras, se falla en el intento de forma estrepitosa. Como locos... a por el oro es tremendamente aburrida –pasa una larguísima hora de metraje hasta que por fin se deciden a sumergirse a por el tesoro, y después de aquello aún falta padecer otra–, y hace gala de un humor simplón y soso. Poca cosa si al entrar en la sala esperábamos una auténtica comedia romántica de aventuras, con su cupo correspondiente de réplicas ingeniosas y escenas trepidantes, ya que esto se asemeja mucho más a las producciones Disney de imagen real de los años 80, tediosas y sólo aptas para niños (la música creada para la ocasión no engaña).
En cuanto a los actores, McConaughey se limita a poner cara de bobo y a enseñar pectorales, y Hudson por su parte se conforma con levantar la ceja y poner cara de madre enfadada con su hijo rebelde. No hay química en el mundo capaz de unir eso. Y sobre los secundarios (mención especial para la repelente hija del millonario que les ayuda en el rescate del tesoro), mejor corramos un tupido velo.
En resumidas cuentas, apenas un entretenimiento mediocre de sábado tarde para familias poco exigentes. Eso sí, mejor se esperan a que la pasen por televisión.