Bajo el temido epígrafe "basado en una historia real" comienza la historia ambientada a mediados de los 70 en la que un muchacho (Cuba Gooding Jr.), aficionado a coleccionar radios, que apenas habla con nadie y que es "un poco mas lento que el resto de chicos" (palabras que utiliza su madre para describirle), entabla una amistad con el profesor y entrenador del equipo de fútbol americano de un instituto (Ed Harris), en la que tendrán que ir sobreponiéndose a las dificultades y presiones a las que se verán sometidos.
"Quien tiene un amigo tiene un tesoro" parece ser uno de los lemas de la película, dos personas que se ayudan mutuamente: uno a superar el grado de minusvalía mental que tiene y el otro a superar el egoísmo que sólo le hace pensar en el fútbol.
Con ese pretexto se pone a los dos intérpretes cara a cara, haciendo dos buenos papeles con diferente resultado. El primero se enfrenta al papel de minusválido, típico para el lucimiento del actor, y que en ocasiones le muestra poco creíble. El segundo nunca defrauda, interpretando a la mil maravillas a un personaje con pocas excentricidades y que se presta muy poco a la exhibición personal.
No obstante, la película se convierte por momentos en el clásico pastelón americano, sin ánimo de profundizar en los problemas de integración de los minusválidos, y se difumina el mensaje, con la pretensión del desconocido director Michael Tollin (más experimentado en la producción de "joyas" como Gordo Mentiroso), de contar vivencias entretenidas, en vez de ofrecer crítica anti-sistema. Aún así, consigue transmitir algún que otro mensaje positivo de amistad y solidaridad con los que todo es posible, y con los que alguien podrá salir del cine con buen sabor de boca y renovado optimismo.