Después de haber visto las dos películas anteriores de George Clooney como realizador (Confesiones de una mente peligrosa y Buenas noches y buena suerte) sólo podemos entender el filme que aquí nos ocupa como un divertimento surgido de una excesiva exposición por parte del también actor a algunas de las obras de sus buenos amigos Joel y Ethan Coen. De hecho, a veces Ella es el partido parece a veces más una recopilación de descartes de títulos como El gran salto, O brother! o Crueldad intolerable que un producto con entidad propia.
El guión, elaborado por dos periodistas deportivos, Duncan Brantley y Rick Reilly, nos sitúa en los Estados Unidos de la época de entreguerras para darnos una idea de en qué deplorable estado se encontraba la liga profesional de fútbol americano. Sin embargo, el veterano capitán de uno de los equipos (interpretado por Clooney) se propondrá fichar a una rutilante estrella de la liga universitaria para intentar relanzar la competición, sin saber que el joven está siendo investigado por una periodista entrometida (Renée Zellweger), cuyo periódico le ha encargado destapar un posible trapo sucio del pasado del jugador.
Es innegable el aroma a comedia clásica de la edad de oro de Hollywood que impregna los fotogramas de Ella es el partido. La relación amor/odio entre la pareja protagonista podría ser la de Cary Grant y Katharine Hepburn en las diversas películas donde ambos coincidieron, y el tipo de humor se basa en las respuestas ingeniosas que se van cruzando los personajes, así como en la gestualidad, las caídas y los chistes más puramente visuales (de lo más acertado de la cinta).
De todos modos, y pese a los momentos divertidos que incluso pueden llegar a arrancar alguna carcajada por parte del espectador, en general estamos ante una obra algo insípida que va perdiendo enteros a medida que se acerca peligrosamente a las dos horas de duración. Tampoco ayuda la falta de dirección en la trama: no sabemos si estamos ante una comedia romántica con el deporte de fondo, o bien ante una comedia deportiva con subtrama de amoríos, resultando las aportaciones de ambas vertientes bastante previsibles, además.
Lo más destacable de Ella es el partido acaba siendo el personaje que construye George Clooney (fiel a su filmografía, mostrando de nuevo esa mezcla de carisma y desparpajo) y la muy conseguida recreación de la época de entreguerras. Por lo demás, a ratos entretiene y en otras ocasiones no puedes evitar preguntarte qué sentido tiene hacer una película así en los tiempos que corren, más allá del evidente homenaje que supone a épocas pretéritas del séptimo arte.