Si no hay profundidad en el estudio de los comportamientos humanos, da lo mismo que estos se retraten con optimismo o, como en este caso, con un pesimismo atroz
A propósito de la primera película escrita y realizada en solitario por Juan Cavestany —tras dirigir junto a Enrique López Lavigne El Asombroso Mundo de Borja Mari y Pocholo— viene muy a cuento, como para tantas otras cosas, aquella escena de Nixon (Oliver Stone, 1995) en la que el mandatario defenestrado por el escándalo Watergate se encaraba en un pasillo de la Casa Blanca con un retrato de su antecesor, el asesinado John F. Kennedy; Nixon ansiaba dilucidar por qué el pueblo americano tenía a ambos presidentes en tan diferente estima, y concluía: “A ti, John, te amaban porque veían en tu figura lo que pretendían ser. A mí me odian porque ven en mi rostro lo que son”.
Esta disparidad en la percepción de uno mismo y de los otros, que no sería exagerado afirmar divide al género humano en dos bandos antagónicos, tiene una equivalencia exacta en eso que algunos llaman “realismo cinematográfico”. Una etiqueta que, en un viernes de estrenos cualquiera, puede cubrir un arco tan amplio como el que va desde un drama romántico ñoño y rosa como Posdata: Te quiero, a una comedia negra, devastadora, como Gente de Mala Calidad.
Si bien es cierto que el cine banal, pagado de sí mismo —la mayoría del que se produce, a tono con el grueso de la población— recibe su justo merecido crítico y delata sin piedad a quien lo disfruta (¿qué esperar de alguien que adora Pretty Woman o Billy Elliot?), tampoco puede negarse que tendemos a sobrevalorar la visión opuesta: la mezcla, variable en su composición, de lucidez y miserabilismo, constituye sin duda un modo más honesto de aproximación al comportamiento de las personas, pero es susceptible de caer en un esquematismo y una complacencia con lo ruin que, por desgracia, empiezan a ser demasiado comunes. Como ha escrito Kent Jones, “en el cine actual la virtud generalmente se compra barata, es rechazada o llega por accidente”.
Y pocas virtudes, en todos los sentidos de la palabra, atesora Gente de Mala Calidad. Estructurada como es habitual en el cine español reciente —con la excusa del regreso de un golfo a su entorno “de toda la vida” tras una escapada que no le ha sentado nada bien— en forma de comedia coral, no cabe encontrar en ella más que a mentirosos, afásicos, infieles, sablistas, ladrones, aprovechados, psicópatas... No es que semejante retablo grotesco se halle muy alejado de la realidad, pues en su distorsión se reconocen actitudes propias y ajenas comunes, por más que suelan camuflarse con una hipocresía que Juan Cavestany desdeña. El problema surge de que no existen evolución ni profundización en la basura que se nos deja bien a la vista en los primeros diez minutos de metraje, ni están trenzadas con habilidad las dinámicas del grupo de amigos (o así) al que se reincorpora Manuel (Alberto San Juan). Tampoco queda claro un discurso insinuado en torno a las formas de abyección más y menos aceptadas en sociedad, que hace finalmente de Manuel un tipo idealista pese a sus miserias; más digno de lástima que casi todos sus viejos conocidos, sumidos en una terrorífica mezquindad cotidiana.
La película ofrece detalles de interés a niveles interpretativo, escenográfico y fotográfico. Pero fracasa en lo esencial: la materialización de un universo que intuimos original y con conocimiento de causa por parte de Cavestany y que, sin embargo, no pasa en pantalla de lo gris y lo aburrido... para el espectador. Resulta curioso además que pretendiendo distanciarse con su tono acre, inmisericorde, de la típica españolada pseudocómica, Gente de Mala Calidad termine asemejándose tanto a cualquiera de ellas. ¿Será que Cavestany no ha tenido el talento o el valor para convertirse en el Todd Solondz del presente patrio? ¿O será que la fauna que ha salido a la luz previa e inconscientemente en bufonadas como Al Otro Lado de la Cama, Rivales o Fuera de Carta, en las zafias series televisivas “de producción propia” que tanto gustan al televidente, o con motivo de la reciente victoria en la Eurocopa, es tan apocalíptica de por sí que no podía hacerse más sangre con sus peculiaridades incluso pretendiéndolo?