La historia que cuenta ‘Hancock’, a saber, la de un tipo (Will Smith) cuyos superpoderes le han convertido en un paria dentro de la ciudad donde habita, Los Ángeles, y que se enamora de la esposa (Charlize Theron) del único hombre que ha sabido ver en él algo más que un peligro público y ha decidido redimirle como héroe (Jason Bateman), es casi tan peculiar como las circunstancias que han llevado a su concreción en la pantalla con un presupuesto combinado de producción y publicidad cercano a los 300 millones de dólares.
El guión original, titulado ‘Tonight, he comes’ y al parecer mucho más agrio que la versión definitiva —aunque sus responsables insistan en que ‘Hancock’ será más adulta de lo que ha dado a entender una promoción basada en la acción y la comedia; de hecho se han tenido que recortar dos veces sus contenidos para que obtuviera una clasificación moral apta para adolescentes— fue escrito por un vietnamita llamado Vincent Ngo, de quien poco se sabe y que, según su agente, destinó el dinero obtenido en 1996 por la venta de su obra a la construcción de una escuela en su país natal.
Hace diez años, el primer interesado en rodar ‘Tonight, he comes’ era Tony Scott (‘Deja Vu’), pero el guionista y productor Akiva Goldsman (‘Una Mente Maravillosa’) conseguía que fuese Artisan Entertainment la que adquiriese los derechos de la historia, con vistas a que la dirigiese Michael Mann (‘Heat’). Tanto Mann como Jonathan Mostow (‘Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas’), a quien también se le ofreció realizar la película, se reservaron créditos como productores junto al propio Will Smith y Goldsman y encomendaron, ya con los derechos en manos de Columbia Pictures, varias reescrituras del guión a John August (‘Big Fish’) y Vince Gilligan. Después, y tras barajarse el nombre de Gabriele Muccino, a quien Smith ha confiado dos de sus últimos vehículos estelares dramáticos, ‘En Busca de la Felicidad’ y ‘Seven Pounds’, el elegido para ponerse tras la cámara ha sido Peter Berg, con quien Mann ya colaboró en ‘La Sombra del Reino’ amén de contar en su filmografía con otro título de interés, ‘Very Bad Things’.
Berg ha optado por desmarcarse de algunas convenciones que algunos estiman imprescindibles en el cine de superhéroes. Así, no se mostrará el origen de los poderes de Hancock, ni su pasado. Son aspectos enigmáticos para el propio protagonista, que vive en un destartalado trailer frente al mar en el que almacena objetos que le ligan sin que sepa bien cómo a hechos olvidados. Los efectos especiales, en línea con esa reacción contra los excesos digitales de la que están haciendo gala tantos cineastas, han obligado a Will Smith a esfuerzos nada comunes, como colgar mediante cables a más de sesenta metros de altura o ser arrojado en horizontal a 35 kilómetros por hora para simular el vuelo. Y no habrá ninguna grandeza en sus actividades como justiciero: nada más arrancar la cinta Hancock destruye media ciudad persiguiendo a los atracadores de un banco, y su condición como vagabundo borracho responde al desagrado de sus convecinos, hartos de pagar los desperfectos de su supuesta figura local.
El objetivo, en palabras de Will Smith, es que el público perciba “que no se halla ante un film corriente de superhéroes. Existe la idea de que las películas veraniegas giran en torno a la acción y las estrenadas en otoño atienden más a los personajes. Bueno, ¿qué pasa si introduces un puñado de acontecimientos dramáticos significativos, que afectan a personajes complejos, en un contexto de fuegos artificiales típicos de una superproducción que se estrena el Día de la Independencia? ¿Por qué no combinar lo mejor de ambos conceptos?”
Charlize Theron, que ya había coincidido con Smith en ‘La Leyenda de Bagger Vance’, también encontró esa idea fascinante: “interpreto a Mary, y Jason [Bateman] a mi pareja, Ray, un publicitario inocente que ve más allá de la actitud retraída y agresiva de Hancock y cree que puede recuperarlo para los demás. Mary, por el contrario, es una mujer fría que tiene muy clara la importancia de su matrimonio, de la educación de su hijo Aaron y de su bienestar material, y que no soporta la irresponsabilidad autodestructiva de Hancock. Pero cuando éste empiece a dar señales de que al fin y al cabo es un ser humano necesitado de afecto, las cosas cambiarán. Se trata de un conflicto emocional muy bonito para encajarlo en una película llena de efectos especiales y acción”.