Desde hace tiempo circulan por la red de redes una serie de chascarrillos y exageraciones referentes a Chuck Norris, ese mítico icono del cine de serie B, que nos aseguran, por ejemplo, que el hosco norteamericano es capaz de quemar hormigas con una lupa, aunque sea noche cerrada. Pues bien, el personaje al que da vida el norirlandés Liam Neeson en Venganza (la cinta que aquí nos ocupa) sin duda podría entrar por méritos propios en el club de amistades íntimas del ranger más famoso de Texas, a la vista del despliegue de habilidades violentas del que hace gala.
Bryan es un espía retirado cuya hija es raptada en París por una banda de albanokosovares, mientras la joven realizaba un viaje por Europa. Con apenas unas pocas pistas sobre los secuestradores, y poniendo en funcionamiento todo lo que aprendió durante su práctica como agente especial del gobierno norteamericano, el protagonista se desplazará hasta la capital gala para dar con la chica y acabar con todos aquellos que la han puesto en peligro (su destino final es acabar de prostituta o vendida a algún jeque rico).
Las características del personaje principal de la cinta (un Liam Neeson prácticamente omnipresente) lo emparentan con aquel curtido francotirador que encarnaba Mark Wahlberg en la entretenida Shooter: el tirador (Antoine Fuqua, 2007). Se trata también de alguien experimentado en mil y una batallas, y cuya mente funciona a un nivel y a una velocidad difícilmente alcanzables por el común de los mortales, convirtiéndole en una auténtica pesadilla para quienes acaben en el bando contrario. Algo que no tardan en descubrir por las malas los secuestradores.
Estamos, pues, ante un thriller repleto de acción continuada y con dosis considerables de violencia (el protagonista no se lo piensa dos veces a la hora de apartar enemigos de su camino), marca de la casa del veterano Luc Besson, que firma el guión junto a Robert Mark Kamen. La dirección corre a cargo del relativamente inexperto Pierre Morel, pero las dosis de adrenalina provocadas por la acción pura y dura que predomina en gran parte del metraje no decaen por ello.
El hecho de que la historia sea todo lo sencilla que nos podamos imaginar, quizá sea la causa de que atrape del modo que lo hace. Más que enredarnos en subtramas y en extraños giros argumentales se ha decidido implicar al espectador en la venganza que lleva a esa especie de superhéroe violento al que da vida Neeson a asombrarnos con sus habilidades aparentemente infinitas hasta dejarnos patidifusos, acercándose a la autoparodia sobre todo en la recta final. Exagerada, sí, pero apenas deja tiempos muertos para cuestionar sus obviables errores, ya que el ritmo narrativo también es acertado (aunque puedan atragantarse un poco las aceleradas y confusas persecuciones en coche).
Pese a que Venganza logra holgadamente el objetivo de entretener, debemos señalar que probablemente molestará a quienes no gusten de encontrar lecturas más fascistoides en su trama (obviamente el protagonista se toma la justicia por su mano de modo flagrante y espera salir impune), a los europeos que vean el desolador retrato que se hace de una ciudad tan civilizada como París (hay tramos en que se habla de ella como si fuera a usarse de localización para una hipotética Hostel 3), o a aquellos que estén hartos de ver cómo las culpas siempre se las llevan los árabes y los habitantes de Europa del este.