Randal Kleiser fue el responsable de dos títulos míticos de la cinematografía contemporánea en su vertiente más pop, Grease (1978) y El lago azul (1980), así como de la interesante fantasía infantil El vuelo del navegante, en 1986.
Desde entonces su estrella se ha ido apagando a base de mediocres secuelas en clave de comedia, como Big Top Pee-wee (1988) o Cariño, he agrandado al niño (1992). Sin embargo Mi ligue en apuros (Love Wrecked, 2005) marca quizás el punto mas bajo de su errática carrera en los últimos años.
Estrenada directamente en televisión en Estados Unidos año y medio después de su premiere en el país donde se rodó, República Dominicana, su presentación ha ido prolongándose por el mundo, en algunos países en DVD, en otros, como aquí, menos afortunados, en la pantalla grande.
Su argumento: Chica mona (Amanda Bynes, actriz habituada a este género con títulos como Ella es el chico o Un sueño para ella) fan de un popular y atractivo cantante de rock, Jason Masters (Chris Carmack), coincide con él un verano en una isla caribeña donde ella trabaja de asistenta en un hotel. Obsesionada por conocerle, se cuela en su fiesta en un yate donde ambos caen al agua y son dados por desaparecidos. Acabaran recalando en la playa opuesta al hotel en donde se alojan, hecho que la chica ocultará a la joven estrella (lesionada en un pie durante el naufragio) para intentar conseguir que él se enamore de ella, para solaz del amigo de la chica, interpretado por el actor Jonathan Bennett.
Lo que en un principio podría parecer una idea interesante para una comedia adolescente, algo así como una versión juvenil de Seis días y siete noches, se torna en un sonrojante intento de película que empeora a medida que avanza su metraje. Así el incauto espectador se ve sumergido en una vorágine de situaciones absurdas, tópicas y predecibles, personajes vacíos y sin gracia, y alguna que otra secuencia capaz de provocar auténtica vergüenza ajena, como aquella en la que la estrella Jason Masters ofrece un concierto a capella a Bynes y su compañera, una avispada pretendiente más para el rockero interpretada por la guapa Jamie-Lynn Sigler. Por no hablar del triste intento de emular a Steven Tyler por parte del cantante en los créditos finales...
El resto, cortinillas en plan Vacaciones en el mar, bonitos y soleados parajes caribeños (probablemente la verdadera razón de su director para haber rodado semejante filme, es decir, tomarse unas vacaciones) y la presencia de Alfonso Ribeiro, el antaño popular Carlton de El príncipe de Bel Air, como botones del hotel en cuestión.
Y es que, tal y como apunta su título en castellano, es más bien el espectador medianamente inteligente el que se puede llegar a hallar en serios apuros ante semejantes visionados...