En el Festival de Toronto, no tan reseñado en nuestro país como los de Cannes, Venecia o Berlín aunque la publicación especializada Variety lo considere “el segundo tras el francés en cuanto a presencia de estrellas y actividad económica”, sólo las películas canadienses compiten frente a un jurado en una sección autónoma; el resto de premios son concedidos por el público asistente.
Y en 2008 los espectadores han decidido destacar Slumdog Millionaire, nueva cinta del realizador británico Danny Boyle (Trainspotting, 28 días después), que cuenta en tono de fábula la participación en un concurso televisivo de un adolescente hindú sumido en la miseria. En palabras de una de sus protagonistas, Freida Pinto, Slumdog Millionaire es “una película sobre un desamparado que cree en algo”. Otros títulos como Desgracia, adaptación de la novela homónima del Nobel J.M. Coetzee que protagoniza John Malkovich, y Hunger, centrada en la huelga de hambre del miembro del IRA Bobby Sands, también han contado con los votos del público.
Esta 33ª edición, que ha programado entre los días 4 y 13 de septiembre hasta 312 producciones de todo el mundo, se ha caracterizado por el retraimiento de las majors hollywoodenses; éstas usan habitualmente Toronto como trampolín de cara a los Oscar y otros premios concedidos entre finales de un año y comienzos del siguiente, pero en esta ocasión han preferido postergar la exhibición de sus películas más esperadas por la inseguridad que provoca el ambiente de crisis internacional, que fuerza a la prudencia y a no quemar antes de tiempo las propuestas más ambiciosas.