Kristen (Liv Tyler) y James (Scott Speedman) son una joven pareja que al regresar a casa a altas horas de la madrugada, tras asistir a un convite nupcial, deberá afrontar una crisis personal que amenaza con destruir su relación. Sin embargo, apenas tendrán tiempo de solventar sus diferencias: una extraña chica llama a su puerta, marcando el arranque de una noche en que se verán acosados y cazados dentro de su aislado hogar por unos desconocidos.
Los extraños podría pasar perfectamente por un remake americano de la francesa Ellos (David Moreau y Xavier Palud, 2006) tanto por el argumento básico de ambas cintas como, además, por hallarse las dos basadas en hechos reales. Eso sí, esta vez la copia consigue superar al original tanto en realización como en argumento.
Bryan Bertino es el director debutante que orquesta una película donde los silencios importan mucho más que los gritos de la scream queen de turno, y donde la sangre hace acto de presencia sólo cuando es estrictamente necesario. La sobriedad predomina sobre los excesos (tanto en las escenas de terror como en los lacónicos diálogos iniciales entre los protagonistas), otorgándole un grado de credibilidad mayor al que solemos encontrar en este tipo de relatos.
Además, se agradecen detalles de realización poco usuales en el cine de terror, como cuando se mantiene a alguno de los extraños acosadores a la vista de los protagonistas, pero sin que ellos se percaten de su presencia allí. Es un contrapunto refrescante, y sirve para evitar el uso de esa típica cámara subjetiva observando o acercándose a su presa, un recurso que estamos hastiados de ver. Eso por no hablar de la introducción a la historia, con un tono melancólico más propio de alguna de las cintas elaboradas por el tándem formado por Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga (Babel), flashbacks incluidos.
Pese a los aciertos indudables, no se consiguen esquivar todos los tópicos. Los personajes poseen algo de sentido común y saben coger un arma para defenderse, pero cuando conviene al guión se olvidan de llevarla, pese al peligro que corren. Por su parte, los villanos de la función hacen gala de las manidas características de los asesinos en serie de la ficción: parecen omnipresentes, son extremadamente silenciosos –de nuevo cuando conviene– y casi se diría que rozan la omnisciencia.
La duración total de Los extraños no llega a los 90 minutos de rigor, pero pese a su relativa brevedad somos conscientes de que en ciertas escenas se está alargando el metraje para cumplir con los cánones, ya que el sucinto argumento tampoco da para mucho más. Si a esto añadimos que se puede intuir que los asesinos sólo están desarrollando un infernal juego del gato y el ratón, haciendo tiempo hasta una futurible ejecución al final de la historia, es comprensible que el espectador desconecte en las escenas de relleno antes comentadas.
A pesar de todo, una producción de terror que puntúa por encima de la media. Lástima que tanto el tráiler como el cartel (que reproduce una de las escenas más impactantes del mismo) adelanten innecesariamente una información que juega en contra del efecto que pueda causar sobre el público el tramo final de la historia.