La película está protagonizada por Keanu Reeves en el papel de Klaatu, un alienígena que llega a la Tierra con la misión de hacer entrar en razón a los humanos o destruirlos; y por Jennifer Connelly como científica decidida a convencerle de que no desencadene el apocalipsis sobre nosotros.
Jaden Smit (hijo de Will Smith), como hijastro de Helen, que tendrá gran importancia en el desarrollo de los acontecimientos; John Cleese (ex–Monty Python) como premio Nobel que comprobará cuán avanzados están los alienígenas a los que representa Klaatu; y Kathy Bates (Titanic), como la Secretaria de Defensa Regina Jackson, a la que cuesta comprender la misión del recién llegado del espacio, completan el reparto de una superproducción cifrada en 150 millones de dólares que no olvida en ningún momento que la ciencia ficción “es algo más que una forma de escapismo” (Keanu Reeves), y que tampoco renuncia al optimismo pese a las muchas escenas apocalípticas que ofrece al espectador. “Todos queremos sentir que no estamos sumidos en algo que se desliza hacia la catástrofe sin que podamos evitarlo” —concluye Derrickson—, “preferimos pensar que existe esperanza en la habilidad humana para sortear los retos que siempre nos ha planteado la evolución”.
EFECTOS VISUALES ORGÁNICOS
Aunque Scott Derrickson era consciente de que el público de hoy no aceptaría unos efectos especiales tan rupestres como los empleados por Robert Wise en el film original, también quiso dejar claro a su equipo que no se trataba de que los trucajes deslumbrasen al espectador, sino de que pareciesen verosímiles y estimulasen la imaginación. Esto desembocó en la curiosa circunstancia de que el protagonista de Ultimátum a la Tierra, Keanu Reeves, interviniese en el diseño de su aspecto como extraterrestre, y de que adquiriesen una primacía insólita los efectos de maquillaje para alguna secuencia fundamental en la que se intuye el verdadero aspecto de Klaatu.
Esa fisicidad afectó también al diseño de la nave en la que Klaatu llega a la Tierra (una esfera luminosa que reacciona a los contactos que se establecen con su superficie) y al del robot Gort (de estructura hasta cierto punto mutable). Para Derrickson, “la tecnología que vemos en el cine de ciencia ficción suele anclarse en lo existente en la realidad. Pero, pensándolo bien, una civilización avanzada siglos respecto a la nuestra mostraría rasgos tecnológicos más orgánicos, menos rígidos que los nuestros, que integrarían biología y ecología en el funcionamiento de sus maquinarias”.
Hasta el traje espacial con el que Klaatu se presenta ante los seres humanos sigue esa filosofía: en vez de estar compuesto de poliuretano y metal, se asemeja a una placenta que el supervisor de efectos visuales Todd Masters y su equipo confeccionaron con silicona y plásticos en diversos estados de consistencia. Sólo la citada nave espacial en forma de gigantesca esfera que se aposenta en Central Park escapó a esa labor artesanal, siendo recreada mediante imagen generada por ordenador, aunque siempre procurando que sus proporciones y texturas hiciesen su presencia tangible en pantalla.