La película está protagonizada por Keanu Reeves en el papel de Klaatu, un alienígena que llega a la Tierra con la misión de hacer entrar en razón a los humanos o destruirlos; y por Jennifer Connelly como científica decidida a convencerle de que no desencadene el apocalipsis sobre nosotros.
ARTESANOS Y SUPERPRODUCCIONES
Como ya hemos comentado, el director Scott Derrickson tuvo en cierto modo como asesor espiritual a Robert Wise, realizador de la primera versión, a quien conoció en sus tiempos como estudiante de cinematografía. Derrickson manifiesta admirar la “falta de estilo” de Wise como artista, por cuanto “nunca pretendió dar clases magistrales en pantalla sino adaptarse a cada historia, ponerse al servicio de cada una. Es algo que tuve muy en cuenta a la hora de situarme tras la cámara en Ultimátum a la Tierra”.
Esto le llevó a acordar con todo su equipo de producción unos parámetros creativos que sirvieran en todo momento para realzar el argumento, sin digresiones ni florituras que distrajeran al espectador: “lo distintivo había de ser el film, no ninguno de sus componentes en concreto: las cualidades diferenciadoras en términos de color, luz y escenarios debían afectar al conjunto de la película para que calase en el espectador, para que cada vez que viese la película o una sola escena volviese a sentirse parte de ella”. “Ultimátum a la Tierra” —continúa— “tiene un estilo inequívoco, no carece del expresionismo típico del fantástico, pero siempre traté de anclar esas cualidades a la realidad para que nadie creyese que estaba viendo un tebeo en movimiento”.
La paleta fotográfica de colores fue básica para conseguir ese objetivo. Derrickson está obsesionado, según el diseñador de produción David Brisbin y el director de fotografía David Tattersall, con los efectos creativos del color, y para cada una de sus películas ha forjado “un código distintivo”. El de Ultimátum a la Tierra es muy restrictivo, y se basa en el verde, el azul y el naranja. Al filmar con celuloide en vez de con alta definición, las tonalidades de los colores citados adquirieron más cuerpo y facilitaron la integración armoniosa de las texturas digitales.
EL PRIMER ULTIMÁTUM
A finales de 1951 se estrenaba la primera versión de Ultimátum a la Tierra, producción de la 20th Century Fox que regía por entonces Darryl F. Zanuck. La película obtuvo unos apreciables rendimientos en la taquilla de la época (1,85 millones de dólares), y unas críticas que destacaron su meritorio acabado técnico teniendo en cuenta su escaso presupuesto, así como la innovadora banda sonora compuesta por Bernard Herrmann, el realismo de su puesta en escena y, sobre todo, la valentía de su mensaje conciliador.
Y es que la intención compartida y explícita del productor Julian Blaustein y del director Robert Wise fue la de lanzar un mensaje a favor de la importancia de las Naciones Unidas y la concordia universal, en un momento de Guerra Fría y desconfianza generalizada.
Pero además, Ultimátum a la Tierra está plagada de simbolismos religiosos que aun hoy están sujetos a discusión y en su momento despertaron las suspicacias del censor Joseph I. Breen: el personaje de Klaatu ostenta no pocos paralelismos con el de Jesucristo, incluyendo su resurrección en un momento clave, su discurso final antes de ascender al espacio, su superioridad intelectual frente a los sabios… Aunque el guionista Edward North ha tildado en varias ocasiones estos componentes de “bromas privadas”, lo cierto es que a Breen le resultaron tan evidentes que obligó a que se introdujese en una secuencia una línea de diálogo en la que se rebajaban los poderes de Klaatu frente a los del “Espíritu todopoderoso”.