Derrickson, afable y entusiasta, recuerda con cariño a Robert Wise, nos habla de sus inquietudes cristianas y su relación con esta película, y reflexiona sobre la autoría cinematográfica en el Hollywood de hoy.
Supongo que el trabajo con los demás miembros del equipo en una superproducción como ésta debe ser continuo.
¡Claro! Por supuesto que hay autores, artistas, en la historia del cine. Nadie podría discutirle al Godard de Al Final de la Escapada la autoría, en tantos y tantos aspectos, de su película, ni que hubiese llenado, de haber querido, los créditos con su nombre [risas]. Pero en una película que ha costado ciento cincuenta millones de dólares es obvio que hay tantas habilidades y talentos reunidos, gente procedente de tantos y tantos campos artísticos, todos ellos con el objetivo de que la película guste y logre hacerse un huequito en la memoria colectiva, que eso debe reconocerse y respetarse. El guionista, el montador, el director de fotografía, los actores, incorporaron muchísimas cosas a Ultimátum a la Tierra que yo no podría haber siquiera imaginado, y que mejoraban día a día el resultado. Sin ir más lejos, esos diálogos de los que hablábamos antes fueron estilizados, comprimidos, llevados a su máxima expresión, por los actores en el set…
El mismo Steven Spielberg ha dicho en más de una ocasión que ser director no consiste al fin y al cabo en otra cosa que en armonizar el trabajo de muchas personas y destilarlo de la manera más efectiva posible.
Sí, está muy bien definido. Es una faceta básica de la realización, tiene que gustarte. Yo he pasado, no te exagero, horas y horas y horas hablando con los responsables de la fotografía y los efectos especiales sobre colores, texturas y planificación. Y resulta muy excitante, muy solidaria, la idea de estar con un grupo ayudando a levantar algo que es muchísimo más grande que tú, mucho más grande de lo que tú podrías haber hecho nunca. ¡En tal contexto, hablar de “mí” película es absurdo!
La primera versión de Ultimátum a la Tierra mostraba su preocupación por los posibles efectos de la Guerra Fría, de la carrera armamentística. La tuya prefiere dar un toque de atención sobre la degradación medioambiental de nuestro planeta. Pero, ¿dónde han quedado en la nueva versión todas las referencias religiosas que había en el film de Wise?
A mí me interesan mucho los temas religiosos, estudié Teología y mi anterior película, El Exorcismo de Emily Rose, también los trataba. El problema es que en la primera Ultimátum a la Tierra eran demasiado obvios; de hecho, existe en ella un paralelismo premeditado, evidente, entre la odisea de Klaatu en nuestro planeta y la de Jesucristo: el extraño que llega desde otro lugar y predica o advierte entre nosotros, que muere, que resucita y asciende a los cielos… Siendo algo que deseaba mantener en nuestra versión, me parecía demasiado fácil así planteado; anticuado. Por tanto quiso introducirlo, como hablábamos antes, más sutilmente: si te fijas al principio de la película, por ejemplo, cuando los alienígenas toman una muestra de ADN del explorador, la señal que dejan en su mano semeja un estigma. Como ese detalle hay otros.
¿Y qué significado pretendías que adquiriesen en el mundo de hoy?
Me interesaba sobre todo la idea del sacrificio, que en nuestros tiempos no tiene precisamente demasiados partidarios. Klaatu ha de decidir finalmente si se arriesga o no por una especie que ni siquiera es la suya, por problemas que no ha creado él sino nosotros. Él tiene la posibilidad de escoger una opción fácil, pero opta porque las cosas sucedan de otra forma. Ahora mismo nosotros estamos en la misma encrucijada ante problemas como el medioambiental o el de la intervención militar, te hablo de los Estados Unidos, en otros países. Y resolver esos problemas requerirá, si queremos de corazón que el resultado sea duradero, muchos sacrificios.
¿No temías que fuesen malinterpretadas esas “pistas” espirituales, caso de detectarse, dada la percepción que se tiene en el mundo sobre la ligazón entre religiosidad y ciertas facciones políticas, especialmente en tu país?
Es curioso que lo saques a colación, porque precisamente uno de mis objetivos ha sido mostrar que se puede apelar a valores religiosos, cristianos, tradicionalmente asociados a la era Bush, a una derecha extrema, pero empleándolos para cuestionar esa ideología. El intervencionismo estadounidense en el extranjero, el menosprecio hacia los problemas medioambientales, la sospecha y la paranoia, desmienten unos valores religiosos que alguien que viene desde el espacio recupera en toda su pureza, en forma de un compromiso que han olvidado quienes enarbolan la religión como estandarte aunque luego todo lo que hacen la desmientan. En ese sentido, te reconozco que he querido arrebatar de manos de esas facciones políticas la religión, hacer ver que una cosa no está ligada a otra. Hasta tal punto que podría decirte que ha sido una de las razones por las que acepté el reto de realizar la película.