Esta propuesta de la factoría Disney es, sencillamente, algo que llevaba varias temporadas sin saber ofrecer: un entretenimiento navideño más que digno
Bolt es un perro. Bolt es un superhéroe. La gran beneficiada es Penny, su joven ama, envuelta en todo tipo de aventuras de las que siempre sale con bien gracias a las extraordinarias habilidades de su mascota.
Hasta aquí la ficción. Porque en la realidad (en la realidad de esa otra ficción que es Bolt), el simpático perro no es sino un actor tan taquillero como Bruce Willis o Johnny Depp, aunque no sea consciente de ello. Hasta que un accidente le arroje a la vida callejera que nunca conoció, al haber sido adoptado cuando era un cachorro por Penny.
Pese a que Pixar y Disney llevan años colaborando en la producción de películas animadas digitalmente, la suya nunca ha sido una relación plácida. Hoy por hoy, la vencedora moral es Pixar, de lejos la más rentable de las dos compañías aunque aparentemente sea propiedad de Disney desde su adquisición en 2006. En la práctica, Pixar lleva la voz cantante en cuanto a técnica y talento y, aun más, su cabeza pensante, John Lasseter, se ha convertido en supervisor de la división animada de Disney.
Lasseter es productor ejecutivo de Bolt, y su control absoluto se nota. Si recordamos las últimas producciones Disney dejadas a su propia suerte —títulos como Atlantis (2001), Lilo \& Stitch (2002), El Planeta del Tesoro (2002), Hermano Oso (2003), Zafarrancho en el Rancho (2004), Chicken Little (2005) y Descubriendo a los Robinsons (2007)—, convendremos en que ostentaban un perfil incoherente y/o desfasado, muy lejos de la hipervitaminada creatividad de Toy Story I y II, Descubriendo a Nemo, Los Increíbles, Ratatouille y Wall-E, por citar los títulos más señeros de Pixar. Bolt se encuentra en un término medio…
Por una parte, lo artificial de su planteamiento (hándicap que nunca termina de superar), ciertas mediocridad y sensiblería en los personajes, la asepsia de sus componentes dramáticos, remiten a Disney. Por otra, en la cinética de la acción, la estructura de road movie a lo largo de Estados Unidos y un desenlace que prima la renuncia, se aprecia claramente la influencia de Lasseter.
Un desarrollo moderadamente divertido y emotivo, y un trabajo de animación sensacional, terminan de conformar una película que puede servir como nuevo modelo de oferta familiar por parte del binomio Disney/Pixar, habida cuenta de que las cintas del equipo de John Lasseter tienen tales ambiciones creativas que en algún caso están perjudicando sus recaudaciones.
En Bolt también existen algunos atrevimientos (ahí es nada el problema de identidad del estresado protagonista, común por otra parte a otros superhéroes del presente, como Bourne, Batman o Bond), pero nunca pasan de la sugerencia. La última película de la factoría Disney es, sencillamente, algo que la Mouse House llevaba sin ofrecer varias temporadas: un más que digno entretenimiento navideño.