Pensar que han hecho falta tres guionistas para recopilar tal avalancha de lugares comunes no suma demasiados puntos al resultado final.
Liv (Kate Hudson) y Emma (Anne Hathaway) son dos grandes amigas desde la infancia. Sin embargo, una serie de circunstancias no les dejarán más opciones que celebrar sus respectivas bodas el mismo día, en el lugar donde ambas habían deseado siempre: nada menos que el neoyorquino Hotel Plaza.
A partir de ahí se iniciará una encarnizada lucha para superar a la rival en todos los aspectos propios de los enlaces matrimoniales, así como también un sabotaje sistemático de la celebración planeada por la contraria. Para ello las jóvenes no tendrán reparos a la hora de causar estragos en sesiones de bronceado y tinte, difundir rumores maliciosos ni cebar a su antagonista para que no quepa en su traje de fantasía.
Todos los tópicos que el tráiler nos hacía temer –lo bueno es que con él ya podemos hacernos una idea exacta de la cinta, así que prácticamente su visionado ya convalida– están presente en Guerra de novias: el traje, las flores, el primer baile de casados, las invitaciones... Pensar que han hecho falta tres guionistas –no demasiado experimentados, eso sí– para recopilar tal avalancha de lugares comunes no suma demasiados puntos al resultado final.
Lo peor de la Guerra de novias es que apenas es consciente en ningún momento de ser una comedia, limitándose a ilustrar una historia más bien plana e insulsa, sin frases ingeniosas y con demasiados momentos cursis como para que la pueda disfrutar mínimamente un espectador que no sienta un fanatismo radical por el mundo de las bodas y todo lo que rodea su particular subuniverso. No es de extrañar dicho balance, proviniendo la realización de un Gary Winick que ya había dado sobradas muestras de frivolidad en La telaraña de Carlota (2006) o El sueño de mi vida (2004).
Por lo demás, todo resulta tan previsible que se pueden aprovechar la mayoría de pasajes para recuperar sueño perdido en la butaca. Es recomendable usar para tal menester las intervenciones de la voz en off (insufrible por pastelosa).
Además, se desperdician las dotes cómicas de las actrices protagonistas, que pasan por la pantalla sin pena ni gloria. Tal vez esté mejor Anne Hathaway, pero en el conjunto de este insustancial filme la verdad es que se trata de un detalle sin importancia.