No hay dos sin tres, y tras el éxito cosechado por las dos entregas previas era prácticamente inevitable que los responsables de la saga “'Underworld'” diesen luz verde a una nueva. Sin embargo esta secuela cuenta con varias novedades inesperadas, siendo la más reseñable el giro que da la historia para situarnos siglos atrás y narrar los orígenes de la guerra entre vampiros y hombres lobo.
Tanto “Underworld” (2003) como su secuela “Underworld: Evolution” (2006) supusieron una agradable sorpresa en el panorama cinematográfico por varias razones. Pese a un argumento y una imgaen que no eran precisamente el colmo de la originalidad (véase el apéndice) ambas películas supusieron la presentación del director Len Wiseman y su buen ojo para las escenas de acción y el manejo de efectos especiales, así como la revelación como heroína de acción de la actriz Kate Beckinsale, hasta entonces una prometedora interprete dramática a la que nunca se nos pasaría por la cabeza imaginar dando espadazos y disparando automáticas con la soltura de un personaje de John Woo.
Dotadas de una potente estética en la línea de la llamada moda gótica y un gran nivel en lo referente a efectos especiales, ambas partes destacaban por el hincapié de sus responsables en crear una amplia y detallada mitología en torno a su argumento, de la cual previamente habíamos conocido retazos (la narración de la leyenda de Alexander Corvinus y el origen de licántropos y vampiros en la primera película, o el prólogo medieval que abría la secuela). Con esta tercera finalmente se aborda directamente el tema, narrando el inicio y las razones del ancestral conflicto entre ambas razas, aclarando de paso muchos de los puntos negros de los anteriores films.
Lo viejo y lo nuevo
Ambientada casi un milenio antes que la primera entrega, “Underworld: la rebelión de los Licántropos” narra la historia de Lucian (Michael Sheen), el primer licántropo capaz de cambiar de forma humana a voluntad y que es utilizado por el líder vampiro Viktor (Bill Nighy) para crear una raza esclavos. Sin embargo nadie contaba con que Sonja (Rhona Mitra) -hija de Viktor- se enamorara de Lucian, siendo esta la chispa de una rebelión que da pie a una guerra abierta que se mantendrá durante siglos.
Manteniendo la escrupulosa continuidad que ha caracterizado a la saga, la mayoría del reparto previo vuelve a dar vida a sus personajes y el hecho de que la historia sea una precuela posibilita que varios de los ya fallecidos puedan ser recuperados, como es el caso del hombre lobo Raze (interpretado por el actor y guionista de la saga Kevin Grevioux).
Sin embargo este detalle también ha obligado a cambiar a la protagonista femenina de modo que la aguerrida Rhona Mitra (“Doomsday”) sustituye a la Selene de las dos primeras entregas, personaje que aún no había nacido cuando transcurre el presente argumento.
Los cambios no se limitan únicamente al reparto. Aunque presente en labores de producción y en la creación del argumento, Wiseman (que prepara la adaptación cinematográfica de “Gears of War”) ha decidido ceder el sillón de director a Patrick Tatopoulos, reputado creador de efectos especiales que hace aquí su debut como realizador. No es esta sin embargo una elección tomada a la ligera, ya que en calidad de técnico y diseñador artístico Tatopoulos fue parte de las dos primeras partes, siendo el responsable de los espectaculares trucajes de vampiros y licántropos de ambas, tarea que sigue manteniendo aquí.