No hay dos sin tres, y tras el éxito cosechado por las dos entregas previas era prácticamente inevitable que los responsables de la saga “'Underworld'” diesen luz verde a una nueva. Sin embargo esta secuela cuenta con varias novedades inesperadas, siendo la más reseñable el giro que da la historia para situarnos siglos atrás y narrar los orígenes de la guerra entre vampiros y hombres lobo.
Influencias y paralelismos
Uno de los aspectos que más comentarios suscitaron tras el estreno de “Underworld” (2003) fue el cuidado coctel referencial que presentaba el film tanto a nivel argumental como visual. Inspirándose libremente en el clásico “Romeo & Julieta” de William Shakespeare a la hora de crear su trama –sustituyendo a capuletos y montescos por vampiros y hombres lobo- muchos fueron los que sin embargo opinaron que su descripción de las sociedades vampira y lupina así como toda la mitología creada en torno a estas debía bastante a los juegos de rol “Vampiro: La Mascarada” y “Hombre Lobo: el Apocalipsis”. Entre ellos la compañía White Wolf, propietaria de ambos que demandó a los responsables del film por plagio, citando además el caso concreto del modulo “The Love of Monsters” (1994) escrito por la novelista Nancy A. Collins, quien a su vez presentó una demanda de plagio por las semejanzas entre Selene y Sonja Blue, protagonista de su propia serie de novelas. El asunto se resolvió mediante un acuerdo entre las partes aunque los detalles nunca se han hecho públicos.
Igualmente la estética del film, con su atmosfera neogótica y esos personajes de aire “cool” elegantemente ataviados con ropajes de cuero negro ajustado evidenciaba una fuerte influencia de films como “El Cuervo”, “Matrix” o la saga “Blade” (títulos que son asimismo catálogos referenciales) patente también en la estilizada puesta en escena de las imágenes. Original o no, hay que reconocer que la saga “Underworld” es vistosa y distraída como pocas.
La dinámica de las terceras partes
Las terceras partes siempre vuelven al origen. Así lo certificaba el cinéfilo Randy Meeks (Jamie Kennedy) en “Scream 3” y en el desenlace veíamos como se cumplía. En lo que casi parece una regla no escrita, las terceras partes de una saga cinematográfica siempre tienden a incluir –aunque sea parcialmente- bien una vuelta al escenario o la trama de la primera entrega bien un vistazo a los orígenes de los personajes. No es casual pues que el inicio de “El retorno del Jedi” narre el regreso de Luke Skywalker al planeta Tatooine o que “Indiana Jones y La última cruzada” se abra con imágenes de un Jones adolescente en las que se nos descubre el origen de su látigo, su fobia a las serpientes o el look que luce de adulto. Peter Jackson empezaba “El Retorno del Rey” narrando el trágico origen de Gollum mientras que la tercera “Piratas del Caribe” recuperaba la rivalidad entre Sparrow y Barbossa. Por su parte “Alien 3” suponía una vuelta a los esquemas de Ridley Scott tras la epopeya de acción bélica de James Cameron, mientras que en “El Padrino III” un viejo y cansado Michael Corleone pasaba el testigo a un joven sucesor antes de fallecer como el personaje de Marlon Brando lo había hecho en la original. Claro que existen excepciones, ya sea en sagas que cambian a los artífices originales de la misma (“Superman III”, “Batman Forever”) generalmente con nefastos resultados, o bien en sagas en las que las secuelas se limitan a ser meras repeticiones intercambiables (con “Viernes 13” llevándose la palma en este aspecto). Visto así, la ubicación de esta tercera “Underworld” era prácticamente un hecho.
