El domingo 8 de marzo ha supuesto la jornada de clausura para esta excelente muestra, con tres proyecciones de variopinto interés: 'Inju', de Barbet Schroeder, 'Vinyan', de Fabrice du Welz, y 'Underworld 3: La rebelión de los licántropos'.
I love Sarah Jane es un corto con zombies que habla de la aparición del amor en las situaciones más adversas. En un barrio residencial dañado por una infección zombie, unos adolescentes matan el tiempo incordiando a un muerto viviente convenientemente atado: le disparan flechas, le pasan una segadora por la cara, lo queman... bajo esta situación demencial, Jimbo se enamora de Sarah Jane, la única adolescente que aún parece conservar algún signo de humanidad en sus actos.
Next Floor es un cuento simbólico acerca de los instintos de la condición humana y lo bajo que caemos para satisfacerlos. Un grupo de comensales disfruta en silencio y vorazmente de un carrusel de platos extra grasos: carnes, vísceras, pasteles, vino... A semejante ritmo de comida aumentan sus pesos, provocando el hundimiento del suelo. Los camareros se trasladan de inmediato al piso inferior y reanudan el festín de los comensales hasta que el derrumbamiento vuelve a suceder.
Spider es un divertido y moralizante corto sobre las consecuencias de nuestros actos. Una pareja discute en un coche mientras ella conduce. Al repostar, él decide ganarse su afecto comprándole flores, bombones y una arañita de plástico que coloca bajo el quitasol. Sus regalos consiguen recuperar el ánimo de ella, pero las consecuencias de la reconciliación serán inesperadas.
El corto es el formato donde autores primerizos aprenden el oficio y muestran, sobre todo a los productores, qué pueden hacer como cineastas. Los vistos aquí son una acertada selección de las variantes que el género puede dar y seguro que algunos de sus creadores, en especial David Michod, guionista de I love Sarah Jane y Spider, pronto realizarán su primer largo.
La segunda sesión de la tarde fue EDEN LAKE, espléndido thriller escrito y dirigido por el británico James Watkins. En primera instancia, Eden Lake funciona admirablemente como reedición de títulos de los setenta como Perros de Paja o Deliverance: Jenny y Steve, una pareja de yuppies (muy bien encarnados, la convicción del reparto es otro de los puntos fuertes del film, por Kelly Reilly y Michael Fassbender) se dispone a pasar un fin de semana en una zona idílica que pronto caerá presa de la especulación inmobiliaria. Pero, apenas han instalado su tienda de campaña a orillas del lago que da título al film, Steve y Jenny empiezan a ser molestados por un grupo de adolescentes gamberros. Se desata una espiral de violencia con desenlace brutal que Watkins gestiona con ritmo y verosimilitud angustiosos...
Sin embargo, estas cualidades no constituyen el mayor mérito de Eden Lake. Bajo su fachada de inclemente survival horror, se oculta un discurso de suma incorrección política sobre los eternos conflictos de clase en Gran Bretaña y la degradación de la juventud, que ha provocado no poca polémica en su país de producción. Habida cuenta de los tristes sucesos acaecidos en España cada vez con mayor frecuencia protagonizados por menores de edad, la película de Watkins incrementa aún más su interés. Eden Lake es una muestra ejemplar de las inmensas posibilidades del cine de género: como entretenimiento visceral, y como reflexión nada forzada sobre nuestro presente. Absolutamente recomendable.
Y, a continuación, otro plato para estómagos curtidos: MARTYRS. Esta cinta ya fue una de las más comentadas y aplaudidas en el último Festival de Sitges. No estamos acostumbrados a que una película de terror sea francesa (coproducida con Canadá), pero la impecable factura de ésta nos hace albergar buenas expectativas acerca de su realizador y guionista, Pascal Laugier.
Su valía radica en su carácter diferenciador, en un género donde las señas de identidad están muy marcadas. Su rareza se constata plenamente cuando se produce un cambio de protagonista casi cerca de la mitad del metraje. Contiene además tres hilos narrativos diferentes: comienza siendo la historia de una venganza, la de una joven extrañamente maltratada en su entorno familiar que es ayudada por una compañera de hospital para encontrar la explicación de su dolor psíquico y físico; se va transformando en un drama gore con protagonista desequilibrada; y termina siendo un curiosísimo acercamiento a la fantasía científica y religiosa, sin dejar de mirar de reojo al terror más refinado y explícito.
La brillantez de su fotografía, realización e interpretación, destacando a Morjana Alaoui, deja boquiabierto al espectador, que sin embargo se ve defraudado por alguno de los cambios de trama y, sobre todo, por el final premeditadamente ambiguo de la historia. En cualquier caso, se trata de una propuesta arriesgada, valiente y novedosa que tiene una de las mayores virtudes que se pueden desear en cualquier narración: la de que a cada quince minutos de desarrollo el espectador se pregunte qué carajo va a pasar a continuación.
Trepidante cambio de tercio con THE CHASER, realización primeriza del surcoreano Na Hong-jin que desarrolla un hipnótico juego de gato y ratón entre un ex-policía dedicado al proxenetismo y un psicópata que se dedica a torturar y matar a sus chicas. Ante la inoperancia de sus colegas, el antiguo agente de la ley intentará detener solo al asesino, espoleado por el sentimiento de culpa derivado de la desaprensiva explotación que ejercía con las víctimas.
Teñida sutilmente de fatalismo y de una atmósfera de extrema degradación social, The Chaser puede leerse, amén de en clave de thriller que basa su efectividad no tanto en la acción desenfrenada como en una paradójica sensación de ineficacia y confusiones que desespera al protagonista y al público, como una requisitoria contra el entramado político y administrativo de Corea del Sur, tema que ya trataba otra cinta de género surcoreana de gran éxito, The Host.
En cualquier caso, aparte otras consideraciones, The Chaser manifiesta un uso magnífico de la gradación dramática y del montaje: la película transcurre en un breve lapso de tiempo, pero provoca en el espectador un agotamiento emocional que le hace pensar han pasado semanas. Un final que desarbola brutalmente las esperanzas en una resolución feliz, hace el resto. Otra gran elección por parte de los programadores de la Sci Fi.
Cerró la jornada, como guinda gamberra de madrugada, THE COTTAGE. Esta producción, británica como Eden Lake, presenta de entrada la ventaja de contar en uno de sus roles protagonistas con el excelente actor Andy Serkis, aunque sin ningún tipo de caracterización física ni vocal que distorsione su aspecto habitual. Serkis se ha hecho internacionalmente notorio por encarnar a Gollum en la trilogía de El Señor de los Anillos, así como cualquier otra marcianada que se le ocurra a su director habitual y amigo, Peter Jackson, como crear los movimientos del gorila para King Kong.
La cinta es una comedia que aúna otros dos géneros, el thriller, y el gore en una de sus variantes más reconocibles, la de familia de granjeros deformes que asesinan a todo bicho que respire cerca de su propiedad aislada. Hasta allí van a parar dos hermanos que ejecutan un desastroso secuestro para conseguir salir de la mediocridad. Las diferencias irreconciliables de caracteres entre ellos da lugar a una serie de divertídísimos gags verbales y visuales a costa del más pusilánime, encarnado por el veterano actor de televisión Reece Shearsmith, que corona una interpretación muy simpática para el público.
Muy bien escrita por el joven Paul Andrew Williams, su humor permite ver las escenas más horripilantes entre carcajadas, virtud que no hay que dejar inadvertida dada su dificultad. Si bien su realización, dirección de arte y maquillaje peca de algo pobre y televisiva, no deja de proporcionar una hora y media de diversión inteligente y sin complejos.