Logra mantener la implicación de la audiencia sin necesidad de grandes alardes visuales
Tras el estreno de Babel la admiración mutua que se profesaban el director y guionista de la denominada “trilogía del dolor” (films que originaron todo un compendio de rabiosa narrativa y fuerza visual en un montaje poderoso con productos tales como Amores perros, 21 gramos o la citada) se rompió en mil pedazos cuando sus enormes egos hicieron acto de presencia en sus carreras. Una vez extinguida la polémica, cada uno de ellos tomó caminos diferentes.. o quizá no tanto. Mientras González Iñárritu ultima su accidentado rodaje (que se lo digan a Bardem)en la ciudad condal con Biutiful, el hasta ahora guionista Guillermo Arriaga estrena en nuestro país Lejos de la tierra quemada, producción de indudable interés que nos acerca de nuevo a la frontera entre México y Estados Unidos donde la discontinuidad temporal vuelve a ser una de las protagonistas.
De este modo, su primera incursión tras la cámara no resulta ser del todo innovadora puesto que de sobra conocemos las claves que le han aupado como uno de lo contadores de historias más célebres dentro y fuera de su país. Ya sabemos que el acercamiento al dolor a través de la culpa, para más tarde conseguir la redención no exenta de sufrimiento, siguen presentes en cada una de sus historias.
No obstante Guillermo Arriega no es Iñárritu, sutil evidencia que ha quedado claramente constatada tras el visionado de Lejos de la tierra quemada. Así pues, lo que en Iñárritu era frenesí narrativo y poderío visual, en Arriaga es previsibilidad en el desarrollo de la historia y concesiones a la galería lo que se apodera de sus imágenes, aunque si es cierto que el primer fotograma de la caravana ardiendo y demás alusiones al fuego confieren al relato una incontestable magnitud.
Aquí Arriaga recrea un universo ya conocido por un espectador experto en películas fronterizas donde la mezcla de idiomas enriquece el conflicto entre los personajes (...otra vez Babel) despojándose esta vez de la crueldad y la violencia que inundaba la producción de su compañero de fatigas. Con su primer filme, la fragilidad se adueña de la narración tomando cuerpo en las estupendas Charlize Theron y Kim Basinguer, obteniendo con ello unas interpretaciones memorables.
Resulta evidente que los aficionados a encajar los complejos rompecabezas metafisicovisuales tan milimétricamente diseñados por Iñárritu en sus obras se quedarán un tanto decepcionados ante la aparente simplicidad del relato de Arriaga, sin embargo logra mantener la implicación de la audiencia sin necesidad de grandes alardes visuales, únicamente dejánose llevar por la naturalidad de unos personajes unidos por la tragedia.