Puede ayudar a la repercusión del estreno de La Mala educación, aunque a estas alturas el realizador manchego pocas ayudas de marketing necesita. La cuestión es que ni corto ni perezoso, aprovechó los resultados electorales para dar rienda suelta a sus discursos políticos pro-socialistas, dando incluso crédito a rumores surgidos de internet -al estilo 'leyenda urbana'- sobre posibles intentos golpistas del gobierno de Aznar. Esta dura carga, que sigue politizando al mundo del cine español, viene acompañada de otra noticia relacionada con el día de celebración de los comicios, en que debía haberse presentado en una mesa electoral a la que estaba convocado, y que no pudo constituirse por su ausencia.
Probablemente todo responde a una naturaleza infalible fruto de la ínfula de los Oscar, en que los deseos aperturistas y vanguardistas de Hollywood en los últimos años, han hecho que quien lleva años generando repercusión por la vía de la transgresión, haya terminado por perder algo de una modestia a consecuencia de sus grandes méritos.
Sólo cabe esperar que el público más conservador ideológicamente no se aleje por sus discursos de la que es una de las principales bazas del cine español.