Navega por las aguas de los thrillers más convencionales, siguiendo esquemas que hemos visto muchas veces con anterioridad.
Jonathan (Ewan McGregor) es un apocado auditor de cuentas que se halla en plena inspección de una empresa cuando casualmente entabla amistad con quien parece ser uno de los empleados de la compañía, Wyatt (Hugh Jackman), un galán que aparenta ir triunfando por la vida. Pese a sus personalidades extremadamente distintas, ambos siguen viéndose durante los días siguientes, hasta que de pronto Wyatt invita a Jonathan a entrar a formar parte de un selecto club dedicado a programar una serie de encuentros sexuales entre sus miembros.
Intentando no revelar nada más de la trama, digamos que a partir de ahí La lista navega por las aguas de los thrillers más convencionales, siguiendo esquemas que hemos visto muchas veces con anterioridad. Los giros que se van produciendo en el guión con cierta regularidad no logran sorprender −en todos ellos se intuye el proverbial gato encerrado, ya desde el momento en que alguien como Wyatt se interesa por el manso Jonathan−, y aunque la cinta no llegue a aburrir completamente, lo cierto es que tampoco emociona lo más mínimo.
En cuanto a nombres propios, el encargado del guión es Mark Bomback, escritor de La jungla 4.0 (Len Wiseman, 2007) y El enviado (Nick Hamm, 2004), siendo el debutante Marcel Langenegger, llegado del mundo de la publicidad, quien ha trasladado a imágenes su historia, apoyado por el siempre eficaz Dante Spinotti en la fotografía. A la postre, la aportación del italiano resulta de lo más interesante de La lista, consiguiendo que olvidemos que básicamente estamos ante un telefilme de sobremesa con caras de renombre.
Ewan McGregor y Hugh Jackman interpretan apropiadamente sus respectivos roles, aunque se les ve algo encorsetados dentro de un argumento que desencanta rápidamente al espectador más espabilado. Son vanos los esfuerzos por tratar de insuflarle vida al libreto a base de golpes de erotismo, o de sustentar una parte importante de la trama sobre una tópica historia de amor.
Si bien durante todo su metraje La lista se estanca en una mediocridad no demasiado molesta, al acercarnos a la conclusión −que curiosamente tiene lugar en las calles del centro de Madrid− se hacen patentes determinados errores que claman al cielo, buscando soluciones fáciles que provocan unas cuantas situaciones absurdas e irrisorias, de las que se echa mano con vista a encaminar la resolución hacia caminos mil veces transitados. Ahí es cuando todo el andamiaje se viene abajo, y salimos de la sala con la sensación de haber sido engañados (tal vez de ahí venga el título original del filme, Deception).