El equipo autor de la anterior aventura del profesor Robert Langdon, encabezado por Ron Howard en la dirección y Tom Hanks en el reparto, tiene ahora la oportunidad de resarcirse con la adaptación de Ángeles y Demonios, un thriller religioso que enfrenta de nuevo a los Illuminati con la Iglesia Católica.
Ángeles & Guionistas
Esta cinta fue la primera que sufrió los efectos de la huelga que llevo a cabo la Writers Guild of America (Gremio de Escritores de América) al contar entre sus filas con Akiva Goldsman, el que fuera también artífice del guión de El Código Da Vinci. La huelga golpeó durante unos meses las producción de películas y la realización de programas de televisión y, además de plantear las mejoras y problemas que el sector reivindicaba, puso de relieve la figura de unos profesionales que a menudo son los grandes olvidados por el público en cuanto al porcentaje de responsabilidad que su trabajo tiene en el éxito de un film. En esta ocasión, se ha contratado al guionista David Koepp para acompañar a Goldsman en la escritura. Koepp es un reputado autor y director, responsable de los guiones de Spiderman, La Ventana Secreta y las dos últimas cintas de Steven Spielberg, La Guerra de los Mundos e Indiana Jones y la Calavera de Cristal. Su contratación es una clara muestra de que los productores han querido paliar algunas de las debilidades que se achacaron a El Código Da Vinci: su floja estructura, sus estereotipadas secuencias y la debilidad en la creación de los personajes. Es evidente que el material de origen limita mucho el campo de acción, pero será un buen momento para comprobar qué puede hacer un guionista por mejorar una historia que todo el público potencial de la cinta, el lector de Dan Brown, ya sabe cómo termina.
Los errores de Dan
El entusiasmo inventivo del novelista estadounidense Dan Brown es equivalente a la mofa que levanta entre sus más acérrimos detractores. Si bien el autor se jacta de pasar grandes periodos investigando acerca de los hechos científicos e históricos en los que se basan sus novelas (para la escritura de El Código Da Vinci se estableció en París y pasó una larga temporada en el Museo del Louvre), el rosario de errores, desconocimientos e imprecisiones que pueblan sus textos llenan un buen puñado de páginas en Internet. Ciñéndonos a Ángeles y Demonios, destacaremos los frecuentes errores en el uso del idioma italiano; el error acerca del camarlengo del que dice no poder ser un cardenal para asegurar la imparcialidad de su cargo, cuando sí puede serlo, e incluso Papa; al error sobre el origen de la palabra Satanás que atribuya a la lengua árabe adoptada por la Iglesia porque la considera una lengua sucia, cuando realmente proviene del arameo; al origen azteca que Langdon atribuye al sacrificio de Cristo cuando ambas culturas se tocaron a mediados del siglo XVI. En concreto, los españoles podemos sentir en nuestras carnes el dolor de estos errores leyendo su primera novela, La Fortaleza Digital, parte de cuya trama sucede en Sevilla. Desde convertir el zumo de arándanos en typical spanish hasta devaluar la sanidad española a niveles tercermundistas, se da toda una retahíla de errores que harían palidecer al mismísimo toro de Osborne. Según Brown, pasó un año estudiando en la Universidad de Sevilla. En dicha Universidad no consta matrícula alguna a su nombre. ¿Será cosa de los Illuminati?