8- El “expeditivo”
Hombre de acción, al menos en la sala donde es incapaz de mantener quietas sus piernas (para algo la butaca de adelante tiene ese cómodo acolchado), el expeditivo llega a su grado máximo de realización en las películas de coches corriendo y mujeres voluptuosas botando. El objetivo final, el porqué y el cómo, son una mezcla que rara vez atienden demostrando quizá la única decisión, si bien inconsciente, lúcida de sus vidas (si tenemos en cuenta lo que realmente “cuentan” esas películas). La distinción de realidad y ficción en su caso también es confusa, y los acelerones los pueden estar pegando tan pronto sobre la espalda del espectador delante suyo, como en su coche de siete alerones tratando en vano de encontrar entre acelerones la salida del parking.
Película favorita: 2 Fast 2 Furious (da igual si está doblada o no, ¿por qué se empeñarán en hablar los actores?).
9- El adolescente
En otros tiempos acudían a la sala de cine por ser demasiado jóvenes para estar en la discoteca tratando de encontrar verdades en distintos tipos de alucinógenos, hoy día los multisala son una mera alternativa de ocio para esos “intentos de” cuyos pantalones a la altura del tobillo y pelos rocambolescos nos conceden el privilegio de presenciar la involución de la especie en vivo y en directo. Los adolescentes acaban en la sala de cine como forma de prolongar los estúpidos seriales televisivos en que reflejan su transitoria ideología de corral (gallo cacareante busca gallina ante presencia del resto de la tropa), o como modo de tratar de acercarse de forma más privada a una moza con aviesas intenciones. En este último caso y para ganar en efectividad, intentarán convocar a la susodicha a una de las treinta y siete películas de suspense que se estrenan cada semana (motivo útil, deducirá el atento lector, por el que hay tantos estrenos de suspense a la semana). Lamentablemente, en estas ocasiones, su forma de escapar al cangelo es con sonoras risotadas, gritos estridentes de voces por formar, y distintos tipos de burla gutural para evadirse de temores que todavía no son capaces de afrontar. La moderna ciencia de la pedagogía (a pesar de sus resultados cuestionables), entiende que la forma de corregir sus problemas no se basa en la buena tunda que todo espectador de bien querría propinarles durante la proyección, por lo que lo aconsejable es soportarlo y esperar que la selección natural siga su curso y acaben cayendo en algún macrobotellón venidero.
Película favorita: Fuga de cerebros (porque es la última, la anterior no la recuerdan).
10- El crítico (¿tú otra vez?)
Además del redescubierto crítico-bloguero que siente flota sobre los demás al entrar en la sala con sus juicios privilegiados por terminar estos en la indiferencia de la red (una especie que ya hemos diseccionado bastante con todas sus modalidades), el espectador al que nada le gusta es la viva demostración del poder de convocatoria del cine. Todo lo que sucede en pantalla le desagrada, es censurable o mejorable, incluso aquellas cosas que no tienen sentido porque han de tenerla a lo largo del metraje no gozan de su inasequible paciencia y cuestionan su incoherencia. Más llamativo aún cuando se trata de una efectiva comedia: no pararán de reír hasta el balance final, donde la calificarán de estulticia, estupidez y tantas otras cosas que no están a la altura de su inteligencia que cuestiona su previo gozo y su incomprensible (y regular) presencia en las salas.
Película favorita: lo suyo nunca fue el cine.