La novela de J.M. Barrie adaptada a celuloide ha dado lugar a la falsa creeencia de que "Peter Pan" fue ideada por su autor para un público infantil. El ejemplo que nos dio la Disney allá por el año 53 y la interpretación libre de Spielberg en la fallida "Hook" -en que Robin Williams llegó a rozar el ridículo- quedaron lejos de vislumbrar la enorme carga emocional que distingue una obra menor que sirve de simple divertimento para los más pequeños de la casa, de una fantasía adulta capaz de hacer reflexionar -el rechazo a todo tipo de responsabilidades- aunque esté envuelta a modo de utopía inalcanzable.
En esta ocasión, tras su impecable factura se esconde la mano del director australiano P.J.Hogan, artífice de dos conocidas bodas -su carrera despegó con la recomendable "La boda de Muriel", a la que siguió la fructífera "La boda de mi mejor amigo"- sin que, hasta el momento, se haya dado "divorcio" entre sus producciones y el gran público.
La combinación de cine adulto plasmado en trepidante género de aventuras supone un doble divertimento para la mente del espectador, pasmado en la butaca ante escenas de deslumbrante imaginería visual (la textura de las nubes, el brillo de las hadas, la entrada al País de nunca jamás, y un largo etcétera), y que contrasta con la visión de los lugares más recónditos como las pérfidas sirenas o el descaro a la hora de mostrar el muñon de Garfio.
La incontestable química desprendida de su pareja protagonista -la dulce Wendy conquista el corazón de un Peter que se debate entre llevar una vida llena de sacrificios (la vida misma, vaya) o quedarse en el paraíso de los niños- transporta la historia a cimas que superan el asombroso espectáculo que por un lado el mismo relato pedía, y a la vez refuerza la creencia de que en el cine todo es posible.
Entre el elenco de actores encontramos a uno de los miembros de la saga Redgrave -Lynn, vista en "Dioses y monstruos"-,la francesa Ludivine Segnier haciendo de encantadora campanilla (la vimos en "Swmimng Pool" de Ozon) y a un Jason Isaacs que hace las veces de padre de Wendy y Capitán Garfio (¿qué diría Freud de esto?).
Así pues, "Peter Pan" sigue estando de plena actualidad y ha resultado ser una deliciosa adaptación apta para toda clase de públicos, que no llega a empalagar y que nos deja un buen sabor de boca al abandonar la sala.
Peter,por favor, no crezcas nunca.