Sólo unos años atrás en el tiempo, Philips se dedicaba a sacar a flote las ediciones del festival underground de Nueva York. Su estilo era provocador y astuto; entre sus hazañas más memorables se encuentra la organización del estreno de Chickenhawk, men who love boys, un documental de Adi Sideman entorno a la asociación de pedófilos NAMBLA, popular por la parodia que Trey Parker y Matt Stone le brindaron en uno de los mejores episodios de South Park.
Philips tuvo la feliz idea de montar una conferencia de prensa que reunía a componentes de la asociación con el controvertido locutor Howard Stern. No contento con eso, a la hora del estreno, regaló entradas a diversos grupos de boy-scouts para que se mezclaran entre el público y pusieran nerviosos a los representantes de NAMBLA. Ni que decir tiene que el pase de la película fue un éxito y la iniciativa tuvo un considerable eco en la prensa, que alabó y condenó por igual la iniciativa del futuro director de Road Trip.
“El artista es uno con el anarquista. Son términos intercambiables” declaraba uno de los personajes de El hombre que fue Jueves, una de las novelas más personales y deliciosas de G.K. Chesterton. Durante los primeros años de su trayectoria, que coincidían con una adolescencia tardía (veintipocos años), Philips no pudo ser más fiel a esta declaración de intenciones. Coherente era por tanto elegir como la estrella de su primer documental al performer punk G.G. Allin, cuyos conciertos eran auténticas orgías de autoagresión y exhibición escatológica. Allin llegó a decir que el sueño que más le rondaba la cabeza era terminar un concierto acribillando a todo su público y luego volándose la tapa de los sesos. El sueño de Philips, imaginamos, sería estar allí para filmarlo.
Sin embargo, pocos días antes del estreno de su ópera prima Hated, Philips fue recompensado con el mejor gimmick que podía imaginar. Su estrella principal moría de sobredosis en extrañas circunstancias, convirtiendo el tour de presentación de la película de Philips en una gira de verdadero culto. El especialista Jack Sergeant llega incluso a decir en su libro Deathtripping: the cinema of transgression (Creation Books) que los rumores apuntaban a que, tal vez, Philips podría haber tenido algo que ver en la repentina muerte del artista. La teoría es un tanto descabellada, pero lo que sí esta claro que el realizador se benefició todo lo que pudo y más de una situación que le vino caída del cielo.