Al margen de la dirección del Underground Film Festival y Hated, Philips produjo otras películas por aquellos años, como Porn american style dirigida por Alex Crawford. Este documental sobre la industria de la pornografía en Norteamérica fue presentado en el festival de Toronto y, conociendo los antecedentes de Philips, podemos aventurar que su promoción sería cuanto menos impactante. Saludado como el directo sucesor de una generación presidida por nombres como Nick Zedd, Richard Kern o Lydia Lunch, nuestro amigo mantenía a su vez amistades tan peculiares como la del asesino múltiple y pintor John Wayne Gacy, con el que charlaba por teléfono todas las semanas y que colaboró decisivamente en la promoción de Hated, firmando los pósters de venta al público. A todo esto habría que sumarle la realización de dos documentales más: Frat house (1998), primer contacto con el mundo de las aulas, y Bittersweet motel (2000), sobre la banda Phish.
Nadie podría prever que a comienzos del nuevo milenio el responsable de estas y de otras muchas travesuras acabaría convirtiéndose en uno de los más firmes representantes de la gran comedia norteamericana, aunque fuera en su vertiente más gamberra. Buscar las huellas de Allin, John Wayne Gacy o Nick Zedd en la canónica y eficaz Road Trip, la fallida pero puntualmente sediciosa Aquellas juergas universitarias o la inminente Starsky y Hutch tal vez no sea una tarea tan inútil y ridícula, después de todo. Puede que en esta nueva era, el cine de Hollywood sea lo suficientemente astuto como para convertir en súbditos a sus enemigos potencialmente más peligrosos a golpe de talón, pero no cabe desestimar que, como decíamos al principio, el cine de Philips se haya convertido en muestra de terrorismo oculto desde lo más alto. Sea como fuere, sus películas nunca volverán a parecer inocentes ante nuestros ojos.