Producto de consumo rápido para adolescentes, que probablemente serán quienes más respingos den en la sala.
Enésimo remake de Hollywood tirando de un título de terror oriental –en esta ocasión la plomiza Dos hermanas, dirigida por Kim Ji-Woon en 2003–, Presencias extrañas nos cuenta la historia de Anna Rydell, una joven norteamericana que sale de un hospital mental y regresa a casa de su padre, que ahora vive con su odiosa nueva novia (futura madrastra de la niña). Por allí anda además la hermana de la protagonista, con quien ésta mantiene una excelente relación, y también unos fantasmas que poco a poco se nos irán presentando, y que van asociados a una tragediaen el pasado reciente de la familia.
Para quienes conozcan la cinta original, la historia ha salido ganando con la adaptación de la trama al gusto occidental, resultando en líneas generales más llevadera y entretenida. Sin embargo, a todos los espectadores en general conviene advertirles de que en este filme todo transcurre por los senderos más convencionales del cine de terror con toques de thriller.
La historia de fondo –incluido el supuestamente sorpresivo giro de desenlace– se ven venir casi desde el principio, y los sustos vienen pertinentemente telegrafiados, con el apoyo de los ya omnipresentes subidones de volumen. Además, la mayoría de escenas que quieren pasar por terroríficas quedan anuladas en cuanto intuimos rápidamente que son sólo un sueño.
Presencias extrañas apenas crea tensión en el espectador, debido en parte a la falta de sobresaltos construidos con un andamiaje firme, y todo el argumento basado en el enfrentamiento entre la protagonista y su madrastra malvada acaba haciéndose cansino, creando indiferencia que la interpretación de la primera esté bastante lograda, mientras que la segunda haya optado por echar mano del manual de villanas de culebrón venezolano.
La explicación final, que algunos encontrarán sorpresiva –y que aquí no desvelaremos–, le da algo más de sentido a los despropósitos aislados que se han ido acumulando según avanza la trama, pero tampoco ofrece nada nuevo en el terreno del terror moderno, suponiendo el cierre un recurso fácil que enoja más que satisface, sobre todo cuando ya hemos visto desenlaces así unas cuantas docenas de veces.
En resumidas cuentas, nos hallamos ante un producto de consumo rápido para adolescentes, que probablemente serán quienes más respingos den en la sala. Los espectadores que esperen algo más exquisito –por aquello de la procedencia oriental de la película original– seguramente saldrán despagados.