Por supuesto, el otro gran nombre del elenco es el del cada vez más en alza Christian Bale (El Caballero Oscuro, Terminator Salvation), que no estaba dispuesto a dejar escapar un duelo interpretativo con Depp, y menos a las órdenes de Michael Mann, considerado por publicaciones especializadas como Sight & Sound, Total Film y Entertainment Weekly uno de los mejores cineastas del mundo en activo. Bale encarna al agente del FBI Melvin Purvis, a quien J. Edgar Hoover (a quien da vida en el film Billy Crudup) encargó personalmente la captura vivo o muerto de Dillinger, tras los éxitos de Purvis en la misma línea con Pretty Boy Floyd (Channing Tatum) y Baby Face Nelson (Stephen Graham). Enemigos Públicos pivota por tanto, como señalábamos al inicio, en torno al juego de gato y ratón que ligó a Purvis y Dillinger hasta la muerte del segundo. Aunque el lector debe acudir al cine sobre aviso: según las primeras críticas de Enemigos Públicos, Michael Mann continúa la senda experimental iniciada con Miami Vice, por lo que brillan por su ausencia el rigor dramático y las composiciones de los actores, a favor de la filmación semiimprovisada en vídeo de alta definición y el desarrollo de la acción en un presente continuo que elude el contexto sociohistórico y trilladas repercusiones emocionales.
JOHN DILLINGER, UN CRIMINAL DE CINE
Aunque el protagonismo de Enemigos Públicos está repartido lógicamente entre dos actores de tanto peso como Johnny Depp y Christian Bale, es el primero quien brinda su estampa al cartel de la película, y esto se debe tanto al tirón del actor en taquilla como al personaje que interpreta: John Dillinger ha sido uno de los delincuentes más glorificados por Hollywood, en concordancia con las circunstancias singulares que rodearon su violenta muerte, acaecida precisamente cuando abandonaba un cine de Chicago en compañía de su amante, Polly Hamilton (en la película, Leelee Sobieski).
Así pues, antes de que le haya prestado sus rasgos Johnny Depp, Dillinger ha sido interpretado por actores de todo pelaje: tan pronto como en 1945, sólo once años después de que el ladrón de bancos muriese, Lawrence Tierney lo resucitaba en Dillinger, una realización de Max Nosseck cuyo guión, obra de Philip Yordan, fue nominado al Oscar. Y entre 1959 y 1960, Dillinger volvía a las pantallas, la grande y la pequeña, de la mano de Scott Peters en el primer caso (FBI contra el Imperio del Crimen) y de Ralph Meeker en el segundo (Dillinger).