Sería a partir de El Último Mohicano (1992) y, sobre todo, de Heat (1995), cuando el nombre de Mann empezase a ser considerado a nivel internacional; la segunda de las nombradas está considerada hoy por hoy uno de los mejores thrillers de la pasada década, y su influencia en cintas posteriores como El Caballero Oscuro (2008) es innegable. Y aunque la recepción de El Dilema (1999) y Ali (2001) fuese desigual, ambos films demostraron que su realizador podía trascender los esquemas genéricos en que se había movido hasta entonces su filmografía. Por otra parte, en Collateral (2004) y la citada Miami Vice (2006), Mann se entregó a la filmación en vídeo de alta definición, con lo que se ha situado a la vanguardia de los más novedosos paradigmas cinematográficos, concitando los halagos de la crítica más exigente.
LA GRAN DEPRESIÓN Y LOS ENEMIGOS PÚBLICOS
La Gran Depresión, el suceso económico más trágico del siglo XX, trajo consigo en Estados Unidos un brutal incremento de la criminalidad más o menos organizada, agudizada por la prohibición de venta de alcohol. Una criminalidad no del todo mal vista por la población, que había visto cómo los banqueros y las grandes corporaciones sufrían mucho menos la recesión que ellos mismos. Ladrones errantes de bancos como Dillinger o la pareja formada por Clyde Barrow y Bonnie Parker, abusaban de esa simpatía para posar triunfalmente ante las cámaras y hacer ostentación de sus delitos.
Las autoridades, por supuesto, no eran tan benignos con Dillinger y compañía como los lectores de prensa, y acuñaron el término “enemigos públicos” [public enemies] para referirse a ellos, lo que exacerbó aun más la pasión que el público sentía por los rebeldes, hasta el punto de que la expresión susodicha ha pasado al acervo popular, como también lo han hecho otras pertenecientes al slang del mismo periodo como grifter (timador), G-Men (agentes federales), hooch (whisky) o gumshoe (detective).
La oleada de fervor democrático y patriótico que empezó a enseñorearse de Norteamérica a mediados de los treinta (según los totalitarismos se adueñaban de Europa), fue haciendo menos comprensibles de cara a la opinión pública las actividades de los enemigos públicos, por otra parte acosados sin piedad por el FBI: casi todos ellos fueron acribillados sobre el terreno, sin opción a juicios públicos.