“Dos jóvenes norteamericanas tienen la desgracia de cruzarse en el camino de una banda de peligrosos delincuentes que desearían no haber conocido jamás. Sin embargo, el caprichoso destino ofrecerá una oportunidad para que se lleve a cabo una sangrienta venganza sobre dichos criminales.”
Con una sinopsis así, es más que probable que a todo el mundo le hubiera picado la curiosidad por ver qué nueva vuelta de tuerca se le daba al thriller con toques de terror. Por desgracia, tanto el tráiler como los numerosos avances de la película que se encuentran en internet se encargan (una vez más) de destripar casi todo lo que de interesante pudiera tener La última casa a la izquierda. Así pues, ¿no sería momento de empezar a replantearse si es producente ofrecer tanta información a un posible espectador, reventando por el camino buena parte de las sorpresas escondidas a lo largo del visionado?
Intentando mantener ocultos más detalles sobre el desarrollo de la trama, señalemos para empezar que estamos ante una nueva versión de la cinta que supuso el debut de Wes Craven en la dirección cinematográfica, allá por 1972. Lo que entonces fue una cinta de mínimo presupuesto y factura algo precipitada –aunque deviniera título de culto con el paso de los años– que iba a envejecer bastante mal, se convierte ahora en un trabajo moderno que pule el original y lo adapta a la actualidad con mayor sobriedad, y con una mano detrás de la cámara que sabe muy bien lo que se hace: el griego Dennis Iliadis, tras Hardcore (2004), recae en Hollywood y logra salir airoso del envite.
Aquellos espectadores que le tengan un cariño especial al original de Craven posiblemente renegarán de esta revisitación por traicionar a su espíritu (aunque quedan algunos toques gore esporádicos). De todos modos, si tenemos que juzgar La última casa a la izquierda merced a lo que aporta respecto a otros títulos recientes del cine de terror o del thriller, el balance es más que positivo, ya que se han tratado de reducir al mínimo muchos de los molestos tópicos y recursos explotados hasta la saciedad en estos géneros.
Así, es agradable ver que los villanos no son presencias omnipotentes y omnipresentes, sino que son unos individuos bastante normales –tirando a tontos–, y que en todo momento sabemos dónde están y qué planean hacer. Los héroes de la función no son pusilánimes, sino que se empeñan en mostrarse desafiantes incluso cuando todo está en su contra, no desaprovechando la ocasión de empuñar un arma cuando les es posible. Tampoco abundan los sustos fáciles que tanto irritan en este tipo de producciones, ni se abusa de la música para ir preparando esos momentos.
Las interpretaciones son correctas, sobre todo en la parte de la familia que vive en la casa del título (Tony Goldwyn y Monica Potter), sin que ninguna chirríe especialmente. La labor del director es como hemos apuntados reseñable, ya que logra crear una atmósfera de suspense que se mantiene sin estridencias durante las casi dos horas de duración, para nada excesivas ni aburridas.
Hay que avisar, eso sí, de la inclusión de algunas escenas algo violentas hasta lo desagradable. De todos modos, y pese al mensaje de fondo –lo de tomarse la justicia por su mano– y a algunos detalles innecesarios –la escena final–, hay que recomendar este remake que claramente supera al original y a la media de estrenos que intentan hacernos pasar miedo en las salas de cine. No en vano ya hay quien está comparando lo que ha hecho aquí Dennis Iliadis con lo que nos ofreció el ahora imprescindible Zack Snyder en la revisión de Amanecer de los muertos (2004).