Sabe mantener algo de tensión de principio a fin de la cinta, si bien en casi todo momento el espectador mínimamente avispado va por delante de lo que sucede.
C.J. Nichols (Jesse Metcalfe), un joven periodista de investigación, urdirá un plan para desenmascarar a un fiscal del distrito supuestamente corrupto, Martin Hunter (Michael Douglas), quien al parecer ha falseado pruebas en sus últimos diecisiete juicios para obtener una sentencia favorable y así posicionarse con muchas posibilidades para convertirse en gobernador de su estado. En su afán por revelar lo que oculta el fiscal, Nichols pondrá en peligro su vida y la de su novia, que también trabaja para el letrado, inculpándose como sospechoso en el asesinato de una prostituta.
Pese a su uso como reclamo en la promoción de la película –remake de la cinta homónima dirigida por Fritz Lang en 1956–, lo cierto es que Michael Douglas tiene una presencia bastante limitada dentro de la trama, cediendo el protagonismo a la pareja empeñada en sacar a la luz sus secretos. Lástima que, aunque ambos jóvenes defienden sus interpretaciones como buenamente pueden, nos preguntamos si el resultado final no hubiera sido más satisfactorio contando en pantalla con actores de mayor carisma.
No vamos a negar el interés de la trama de fondo en Más allá de la duda, que retrata cierto tipo de corrupción universal, a mitad de camino entre lo judicial y lo político. Tampoco es despreciable el pulso con que Peter Hyams (director de El fin de los días, The relic o Muerte súbita) ha afrontado la ilustración del argumento, construyendo un entretenimiento que sabe mantener algo de tensión de principio a fin de la cinta, si bien en casi todo momento el espectador mínimamente avispado va por delante de lo que sucede.
No obstante, hay que tener en cuenta los puntos flojos del filme. El romance entre los dos protagonistas es plano y excesivamente acaramelado, y nos muestra un catálogo de frases insípidas que acaban por contagiar al resto de la historia. Aunque, eso sí, hay cuatro o cinco réplicas sueltas, repartidas por todo el metraje, que resultan muy certeras en su contexto.
Por otro lado, si bien el argumento transcurre con relativa austeridad, hay dos momentos dedicados a mostrar unas persecuciones en coche que rompen totalmente el ritmo y la credibilidad, resultando ridículas. También cabe mencionar un giro final demasiado forzado –y previsible– que desvirtúa todo lo visto con anterioridad y gran parte del mensaje que se quiere transmitir.
Pasando por alto los convencionalismos apuntados, así como la impresión de estar hecha a medio gas, acabemos por apuntar que de todos modos Más allá de la duda no es de las peores cintas que se han hecho últimamente dentro del género de intriga.