La resolución de las diferentes tramas se lleva a cabo en medio de una apatía y una previsibilidad que convierten a esta cinta en vulgar y tópica.
El joven Ian se embarca en un viaje atravesando parte de Estados Unidos –en un coche que le ha robado a uno de sus hermanos– para encontrarse con una despampanante chica que ha conocido por internet, y con la que espera perder de una vez por todas la virginidad. Le acompañan en el trayecto Lance (su mejor amigo) y Felicia (la típica vecinita que le hace tilín al protagonista, pero que sin embargo no parece sentirse atraída por él).
Sex drive es una nueva comedia gamberra norteamericana que se estrena al rebufo de títulos recientes de realizadores como Judd Appatow, Kevin Smith y similares (que no son sino actualizaciones de otras cintas más antiguas, como las sagas de Porky’s o American Pie). Así pues, ya podemos intuir qué nos ofrecerá el estreno que aquí nos ocupa: un largo viaje salpicado de encuentros inesperados, engorrosas sorpresas y situaciones absurdas donde se intentan lograr efectos cómicos.
De hecho, incluso encontramos dos títulos recientes que coinciden casi de pleno con éste: por un lado Miss Marzo, y por otro Eurotrip (Jeff Schaffer, 2004), que parece una clara inspiración del título que Sean Anders nos ofrece en esta ocasión. Eso sí, aquí la referencia sexual en el título es tan descarada que puede que incluso atraiga a más espectadores a las salas (jugando con un doble sentido de sex drive, el de “apetito sexual” y el de “conducir para conseguir sexo”).
Para mover al espectador a la risa no basta con un planteamiento divertido, sino que hay que insuflarle algo de chispa al argumento y a los diálogos, y por desgracia Sex drive es más aburrida que otra cosa, alargando en exceso una anécdota que, pasada la primera hora de proyección, apenas interesa ya: se ve claramente cómo acabará todo, según los cánones de los sempiternos valores tradicionales (la vecinita de enfrente ha nacido para ser nuestra mujer y la madre de nuestros hijos).
La resolución de las diferentes tramas se lleva a cabo en medio de una apatía y una previsibilidad que convierten a esta cinta en vulgar y tópica, sólo intermitentemente divertida cuando algún secundario aporta algo de vidilla. El ritmo es entrecortado, y viene adornado por diversas gamberradas y un lenguaje soez que no molestan especialmente –con tanto producto similar en cartelera al final nos estamos inmunizando–, pero que tampoco denotan originalidad ni entusiasman lo más mínimo.
En resumidas cuentas, una road movie supuestamente transgresora que no va mucho más allá del culo-caca-pedo-pis.