Todo hacía presagiar que Pequeños invasores iba a ir dirigida clara y únicamente a un público infantil, y lo cierto es que las expectativas han acertado de pleno. Esta cinta dirigida por John Schultz –discreto realizador siempre, detrás de títulos como Una pandilla de altura (2002)– se inscribe dentro de la tradición marcada por los productos de la factoría Disney dirigidos a los más pequeños de la casa, aunque en esta ocasión nos llegue de mano de la 20th Century Fox.
La historia nos cuenta cómo una familia norteamericana se desplaza hasta una casa donde pasará las vacaciones de verano. Un período estival que podría resultar muy apacible para los adultos –y tremendamente aburrido para los más jóvenes– terminará por convertirse en algo más bien movido, porque un grupo de pequeños extraterrestres emprenderá un asalto a la vivienda con la intención de recuperar algo que hay escondido en ella. Los niños de la familia tratarán por todos los medios de detener a los alienígenas, a la vez que intentan evitar que sus parientes adultos sepan qué está sucediendo realmente.
Pese a todos sus esfuerzos por epatar y hacer que los espectadores de la edad aproximada de los protagonistas se rían con algunas de las ocurrencias, Pequeños invasores peca de falta de gracia en casi todo momento, y probablemente pase sin pena ni gloria por la cartelera. Hay escasos golpes donde se nota algo más de inspiración por parte de los guionistas –el chiste con el teléfono de disco, así como algunas reflexiones sobre los adultos o sobre la dependencia del móvil y las consolas–, pero quedan en nada en medio de un metraje que esta vez, afortunadamente, no se ha intentado alargar innecesariamente y apenas supera los ochenta minutos.
Resulta algo cargante que se haya echado mano de tanto actor adolescente y preadolescente, ya que al final el protagonismo acaba recayendo sobre toda su troupe y no sobre los extraterrestres –que tampoco son ningún prodigio del diseño ni de los efectos especiales–, usando de descarado reclamo comercial a Ashley Tisdale (conocida por High School Musical).
Los más niños se sentirán identificados con algunos sonrojantes momentos inspirados en los videojuegos actuales, pero los espectadores que tengan una cierta edad a buen seguro que echarán de menos la mala baba presente en otras películas que durante nuestra infancia ocuparon un espacio similar en las salas de cine, como por ejemplo Gremlins (Joe Dante, 1984). Alguien debería explicarles a los responsables de Pequeños invasores que no hay que subestimar la inteligencia ni la perspicacia de los más jóvenes, y que se les puede ofrecer algo más que este entretenimiento plano y fallido.