La lección de Blomkamp y Jackson es que se puede entretener inteligentemente y señalar cuáles son los problemas que nos cuesta superar.
Si en otras ocasiones hemos criticado la falta de imaginación y poca creatividad de los distribuidores, en esta ocasión tenemos que felicitarles. La campaña publicitaria que se ha hecho de esta película es inteligente y ha alcanzado exactamente al público que desea mediante los medios adecuados. Una estrategia viral que tiene como virtud esconder la valía de su propuesta cinematográfica, haciendo que el factor sorpresa del primer público que visione la cinta multiplique su efecto mediante el boca-oreja, la más infalible de las promociones.
La imagen principal de la campaña es una señal que prohibe la presencia humana en un territorio habitado por unos seres que no nos reciben de buen grado. Este es el germen del Distrito 9, un gueto en las afueras de Johannesburgo (Sudáfrica) donde el gobierno ha creado un campo de refugiados con los aliénigenas rescatados de la enorme nave averiada que lleva años sobre la ciudad. El comportamiento de estos extraños, una suerte de crustáceos con aspecto homínido al que popularmente se les llama gambas, se ha vuelto francamente indeseable. Apenas se relacionan con los humanos aunque conocen nuestro lenguaje. Son egoístas y huraños, escarban constantemente entre las basuras para encontrar comida y se dedican al tráfico de armas y de latas de comida para gatos, su auténtica debilidad. En Johannesburgo parece haberse reeditado el apartheid con estos extranjeros de comportamiento tan... humano.
Esta brillante formulación al comienzo de la cinta, en la que se mezcla el reportaje documental televisivo (mediante entrevistas a expertos sobre el Distrito 9) con imágenes tomadas de la televisión, cámaras domésticas y de seguridad, tomas aéreas, puntos de vista subjetivos y objetivos... genera una verosimilitud de la que es francamente imposible salir. Sin duda, esto debió ser lo que Brian De Palma intentó infructuosamente en Redacted (2007). El ritmo trepidante del montaje sumado a la no menos brillante edición y diseño de sonido, te embarca en la sensación de estar viviendo un suceso real, una noticia retransmitida en prime-time, como ha sucedido con los últimos sucesos a los que hemos asistido por gloria y gracia de la CNN.
Si hay alguien al que achacar la brillantez de esta formulación narrativa es a su realizador Neill Blomkamp. Anotemos su nombre porque lo vamos a tener muy presente en los próximos años. Sin haber cumplido aún los treinta, Blomkamp es un brillantísimo creador de efectos especiales que ha participado en series de televisión como Stargate (1998) y Smallville (2001), responsable del famoso anuncio de Citröen que emula la saga Transformers o de la no menos brillante película introductoria del videojuego Halo. El segundo culpable es Peter Jackson, el realizador de la trilogía bisutera no sólo es un brillante cineasta si no que además es un productor audaz que no ha dudado en hacer que Blomkamp se estrene como director de largometrajes tras ver su extraordinaria labor en los cortometrajes Tempbot (2006) y Alive in Jogbur (2005). De hecho comprobareis que este último es el origen de la cinta que estamos comentando. Jackson ofreció treinta millones de doláres a Bloomkamp para que que rodase lo que quisiera.
También ambos son audaces en el uso de la tecnología digital para el cine. Rodaron al alimón el corto (quizá para que sirviera de aprendizaje a Bloomkamp) Crossing the line (2008) donde se utilizaron por primera vez con las nuevas cámaras que están revolucionado los métodos de rodaje, las Red One (en concreto, con el modelo llamado Boris). Estas cámaras sustituyen las bobinas de celuloide para registrar las imágenes por memorias digitales (discos duros, SSD) abaratando la producción al eliminarse el coste del material virgen y su tratamiento posterior en el laboratorio, lo que permite grabar más y con más variedad de resoluciones aprovechando la óptica y la nueva capacidad de almacenamiento. Al reducir considerablemente su tamaño, también aumenta su manejabilidad y posibilidades de uso, movimientos y traslado, dando más libertad al realizador y ligereza a los equipos de rodaje.
Pero no sólo Distrito 9 epata por su virguero tono narrativo y su espléndida integración de los efectos especiales. Su tema central, la supervivencia de un grupo racial distinto al mayoritario, hace mella en nuestra conciencia al ponernos frente al espejo del apartheid o de cualquier otra segregación o éxodo que se haya dado en nuestro planeta. La lección de Blomkamp y Jackson es que se puede entretener inteligentemente, sin dejar de señalar cuáles son los problemas que no hemos superado. Hacernos vivir la experiencia de lo que pasaría si uno de nosotros fuese una de esas gambas.