En un futuro cercano una serie de máquinas "sustitutas" permiten a los humanos vivir la vida a través de una réplica mejorada de sí mismos, con todas las ventajas de la realidad virtual y sin los riesgos de la vida real. Un futuro perfecto que se ve amenazado por un asesinato relacionado con la tecnología que lo hace posible.
El género de la ciencia-ficción es como un gran espejo deformante. Las historias del género, mejor, las buenas del dicho género, son algo más que una simple excusa para la exhibición de trucajes y efectos digitales. Historias que desde ambientaciones fantásticas situadas en épocas futuras hablan de elementos y situaciones que ya existen en el presente y reflexionan sobre los mismos. En ese sentido, “Los Sustitutos” es algo más que un típico entretenimiento.
Tomando como base el comic (nada de “Novela Gráfica”, por favor) de Robert Venditti y Brett Weldele, la nueva película de Jonathan Mostow se adscribe a los códigos del cine policiaco para narrar una trama sita en una sociedad en la que la mayoría de las personas viven recluidas en sus hogares, realizando sus trabajos y vidas cotidianas a través de unos dobles robóticos mejorados y sin que exista apenas interacción real entre los seres de carne y hueso. La presencia de un asesino de “sustitutos” y la posterior investigación a cargo de los agentes federales Greer (Bruce Willis) y Peters (Radha Mitchell) sigue la senda habitual del thriller, salpicada de giros y sobresaltos pero sin por ello menospreciar frecuentes reflexiones en torno a los pros y los contras de semejante sociedad. A través de elementos futuristas, el film llama la atención a sus espectadores sobre temas tan actuales como el culto desmedido a la estética, algo que logra presentándonos a todos los sustitutos como versiones idealizadas de sus usuarios, dotadas de un físico más joven y trabajado así como una mayor elegancia y lujo a la hora de vestir que contrastan con el cansancio y la dejadez de la que hacen gala sus versiones “reales”. Esto último es apoyado por el trabajo de los actores, los cuales se mueven de manera más ó menos estática y artificial según interpreten a un biológico o a su doble. Un pequeño matiz apenas recalcado pero al que el realizador sabe sacar partido.
Otros temas destacados son el progresivo aislamiento de las sociedades actuales (ese uso de dobles robóticos bien podría ser interpretado como una versión extrema de Facebook, Nettby u otras redes sociales) o la disolución de la identidad en los entornos digitales (como esos apuntes sobre usuarios con un sustituto de diferente sexo y físico). Aspectos todos ellos que elevan por encima de la media a una cinta que si bien toca temas ya vistos anteriormente en títulos como “Inteligencia Artificial” (2001) o “Yo Robot” (2004) –de hecho el personaje que James Cromwell interpretaba en aquella bien podría ser el mismo al que da vida aquí- lo hace de forma inteligente y eficaz.
“Los Sustitutos” supone asimismo un ejercicio de sobriedad, sin grandes despliegues de ambientación futurista y recurriendo lo justo a la importancia de los efectos especiales. Otro tanto podría decirse de las secuencias de acción, especialmente las dos espectaculares persecuciones en las que Mostow vuelve a demostrar el buen ojo que le caracteriza a la hora de dotar a ese tipo de escenas de nervio e intensidad sin por ello sacrificar el rigor narrativo. Willis cumple con su más que probada eficacia el cometido de “héroe de acción” pero cabe reseñar su labor a la hora de realizar una composición distinta según interprete a su personaje o a su rejuvenecido doble artificial. El resultado es un sólido trabajo de acción y suspense que aporta mucho más que la imprescindible dosis de entretenimiento y quizá deje al espectador con alguna interesante reflexión.