Nota: Crónica relatada de última a primera jornada
DOMINGO, 11 DE OCTUBRE
Se acabó. Maratones aparte, la 42ª edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña ha echado el cierre, dejando en los corrillos una impresión ambivalente.
Personalmente, y programado lo programado en anteriores ediciones, uno no puede por menos que congratularse de lo visto este año, y eso que se nos han escapado películas como Kinatay, Amer y The House of the Devil, recomendadas por más de un colega.
Otros, en cambio, ha tachado esta edición de floja y de poco fantástica, precisamente el año en que el festival volvía a hacer ostentación de ello. Para nosotros no ha sido así en absoluto y, en cualquier caso, las escapadas fuera del ghetto, de la etiqueta, han resultado gratificantes. Sí podríamos recriminarle a la organización el haber apostado sobre seguro, por películas sancionadas en otros eventos; pero, repetimos, basta con revisar la programación del año pasado y la de 2009 para dar gracias al cielo por lo que nos ha tocado en suerte.
¿Grandes películas o, por lo menos, películas que es posible pasen a formar parte del canon cinéfilo que se quiera, cada una en su especialidad? Para nosotros, Enter the Void, Pontypool, The Collector, The Hurt Locker, Moon, Bienvenidos a Zombieland y Solomon Kane.
¿Películas que nos han hecho disfrutar del tiempo empleado en ellas? The Children, Independencia, Pandorum, Deliver us from Evil, Canino (Dogtooth), Nymph, Bad Lieutenant: Port of Call New Orleans, Splice, Valhalla Rising, Vengeance, Carriers, Survival of the Dead, Symbol, Yatterman y La Horde.
¿Películas decepcionantes o simplemente superfluas? Visage, Grace, La Huérfana, Bronson, The Descent 2, Paranormal Activity (o Subnormal Activity, como ha sido rebautizada por aquí), Tetsuo: The Bullet Man, The Human Centipede (First Sequence), Ingrid, Dorian Gray, Accidents Happen y Cold Souls (de las dos últimas hablaremos enseguida).
¿Y cuál es el estado del fantástico y sus aledaños, a tenor de lo proyectado? Hemos percibido una creciente integración de claves de este género en corrientes más generalistas (The Road, Bienvenidos a Zombieland, Les derniers jours du monde, White Lightnin’, Grace). Un renovado respeto por la puesta en escena y por el formato cine, frente a los excesos del digital (reivindicación expresa de Palermo Shooting). Ligado a lo anterior, el redescubrimiento traumático del paisaje natural (Carriers, Van Diemen’s Land, Survival of the Dead, Un Lac, Valhalla Rising, Chaw, Solomon Kane, Nymph) y la reiteración en el apocalíptico (The Road, La Horde, Número 9, Heartless, Pontypool). La preocupación por el lenguaje como medio de poder (Pontypool, Dogtooth), así como por las leyes del azar, el destino y la causalidad (Symbol, Accident, Mr. Nobody, Accidents Happen). Y el auge de la ciencia-ficción (Moon, Pandorum, Cargo, Splice, TiMER, Mr. Nobody, 1) en desdoro del terror y la pura fantasía.
En cualquier caso, no sería justo concluir esta serie de crónicas sobre la edición 2009 del festival sin hablar de las películas vistas el propio domingo 11 de octubre, pese a tratarse de un día poco destacable y en el que todos estábamos ya más pendientes de nuestro regreso a casa.
La decepción más dolorosa ha sido The Road (Sesión de clausura). Adaptación de la novela de Cormac McCarthy La Carretera, todo lo que en el texto original (sobre un padre y un hijo que tratan de sobrevivir en una Tierra devastada) era brutal laconismo y ambigüedad, en la película de John Hillcoat (de quien esperábamos más atrevimiento tras The Proposition) pasa a ser elegancia y humanismo de vieja escuela, cualidades que aportan poco a estas alturas al subgénero apocalíptico y tampoco creemos atraigan ni a los académicos de Hollywood ni a las masas sumisas con el rumbo de las cosas.
The Road es un prodigio de fotografía y dirección artística y, en general, como conjunto formal es irreprochable (incluso Viggo Mortensen está convincente). Pero su apuesta por la tierra creativa de nadie hace natural que sus productores, los hermanos Weinstein, no sepan muy bien cómo estrenarla y lleve durmiendo el sueño de los justos desde hace casi un año en sus estantes. Ahora dicen que en España se verá a principios de 2010.
Que Accidents Happen y Cold Souls (ambas en la Sección Oficial Fantástica a Competición) fuesen menores no fue tan frustrante. Al fin y al cabo, ya sobre el papel representaban ejemplos pluscuamperfectos de cine indie estadounidense, muy gastado por el uso y el abuso (aunque la primera sea de producción australiana, fue gestada con ayuda del Sundance Institute).
De Accidents Happen, baste con decir que cerca del final incluye un plano del adolescente protagonista corriendo bajo la lluvia a cámara lenta, mientras suena una tonadilla pop de algún grupúsculo nacido vete a saber en qué red social. La cinta del debutante Andrew Lancaster es una comedia dramática centrada en una familia desestructurada por un accidente de tráfico que mató a una de las hermanas y dejó a otro en estado vegetativo. Angst juvenil suburbial, presunto ingenio y absurdos cotidianos, con una completa ausencia de rigor en la construcción dramática de los hechos y psicológica de los personajes. Tampoco falta, claro, la intervención secundaria de una gloria hollywoodense madura (Geena Davis, como en TiMER la adorable JoBeth Williams).
Cold Souls se abona, como Más Extraño que la Ficción (2006), al rollito Charlie Kaufman, y está protagonizada por los sacrosantos David Strathairn, Emily Watson, y Paul Giamatti… haciendo de Paul Giamatti. El actor se encuentra sumido en una crisis de histeria, y decide acudir a una empresa para que le quiten de encima su alma (sic) y quedarse más tranquilo. Pero el remedio es peor que la enfermedad… Cold Souls nunca trasciende su punto de partida, aunque hace todo lo posible por disimularlo a base de humor y muchas vueltas sobre la vertical.
También da vueltas sobre el mismo punto Wim Wenders en Palermo Shooting (Sección Seven Chances), con el agravante de que el cineasta alemán lleva haciéndolo lo menos cuatro o cinco películas. Claro que los grandes nombres pesan mucho en el universo cinéfilo (como en todos), y no hay quien no espere una y otra vez que el director de Paris, Texas dé en el clavo de nuevo, aunque sea por pura persistencia.
Puede que Palermo Shooting no sea tan horrible como se dijo cuando fue exhibida en Cannes, pero carece de interés. Reitera los discursos sobre la imagen y el desarraigo físico y emocional que Wenders ha dejado bien claros anteriormente, con un desarrollo metafórico algo sonrojante: un prestigioso fotógrafo es acusado de haber cedido a la influencia de lo digital, y viaja hasta Palermo para intentar reencontrarse con sus esencias artísticas; la mismísima Muerte le pisa los talones.
La película es, pese a su cuidada factura (que entra en contradicción, por cierto, con lo que quiere transmitir) y las presencias de Milla Jovovich y Dennis Hopper, estrictamente amateur, en el sentido de carecer vanidosamente de sentido del ridículo y de no elaborar mínimamente lo que nos ofrece. Qué esté dedicada a “Ingmar” [Bergman] y “Michelangelo” [Antonioni] es la gota que colma el vaso de lo fatuo.