Michael Moore dice muchas cosas. Las dice a diario, allá por donde puede. En entrevistas (algunas cobrando, dicen), en sus blogs, mailings, discursos televisivos pero, sobre todo, en sus películas. Cosas que han sido muy útiles para difundir las cosas absurdas que padece la humanidad, y de forma más concreta, su propio país.
El caso es que tras demostrar el punto en que se encuentra la américa profunda en relación a su armamento, tras cargar con inquina y perdiendo el tono documental contra Bush, y tras revelar la gravedad de un sistema sanitario elitista, ahora apunta a lo que marcan los nuevos tiempos: el capitalismo. Un documental que sin duda habría resultado mucho más útil años antes de la explosión de toda la burbuja económica en que se había basado en los últimos años: le habría colocado como visionario y quizá (dicho con ingenuidad) habría servido para atemperar sus consecuencias.
Pero en lugar de eso, presenta Capitalism y lanza una puya contra su objetivo. Usted, lector. Nosotros, como redactores y espectadores. Por no estar haciendo lo que Mr.Moore considera que es necesario para tambalear los cimientos de la injusticia que él señala cuando él así lo pretenda. "He pasado ocho años luchando contra el presidente más desastroso que he visto nunca, y, ¿sabéis qué colegas? No voy a hacer esto más en solitario. Si váis a sentaros en la butaca y esperar a mi siguiente película, o limitaros a ver a Obama combatir en solitario, yo tengo mejores cosas que hacer" declara con énfasis, quizá de forma precipitada por no calcular bien las consecuencias económicas para su rentable franquicia de guías para salvar al mundo. Por si acaso recuerda que algunos serán iletrados por no ver su próxima película "algunos no la verán por que han sido adoctrinados". A pasar por taquilla para remediarlo.