Sí 'La Huérfana' hubiese pedido desde el principio nuestra complicidad, no nos hallaríamos ante una buena película pero, al menos, no tendríamos la sensación de estafa que sí genera el film de Jaume Collet-Serra.
No es uno amigo de denostar por sistema el cine que nos viene actualmente de Hollywood, sometido todavía a consideraciones analíticas que dejaron de ser útiles hace tiempo para sacar a la luz sus sustratos creativos, con lo que ello conlleva en términos de frustración y malentendidos.
Ahora bien, una película de suspense tan desaprovechada y finalmente idiota como La Huérfana no puede por menos que impacientarnos con los ejecutivos que regentan hoy la Meca del Cine, con su falta de estilo al aplicar el esfuerzo de magníficos profesionales a materiales de puro derribo, para colmo desarrollados previamente en producciones de mucho mayor interés que, debido a injustas desproporciones en lo relativo a mercadotecnia y publicidad, no han tenido la oportunidad de calar en el público.
La presencia de Vera Farmiga en el reparto de La Huérfana nos retrotrae obligadamente al papel casi idéntico que esta intérprete desempeñó hace apenas dos años en Joshua (El hijo del mal), thriller por lo demás muy similar al que ahora nos ocupa, pero que pasó desapercibido por las carteleras de medio mundo (incluyendo la española), y que por apenas cinco euros es encontrable en ciertas grandes superficies.
Aquella magnífica realización de George Ratliff contaba con angustiante disciplina narrativa las perversas estrategias con que trataba de destruir a su familia un niño de nueve años, celoso por la llegada de un hermanito. Dios sabe por qué Farmiga habrá aceptado participar en La Huérfana, que cuenta las perversas estrategias con que trata de destruir a la familia que la ha adoptado una niña de nueve años…
El caso es que la falta de rigor de la actriz es aplicable a la película. Y eso que, durante su primera mitad, La Huérfana trata con respeto al espectador, tomándose su tiempo para implicarnos en los problemas de la familia que forman Kate (Farmiga), su esposo John (Peter Sarsgaard) y sus dos hijos, y por tanto las grietas por las cuales hará su labor de zapa Esther (Isabelle Fuhrman), una chiquilla cuyos modales y cultura —características siempre sospechosas para el cine popular y sus receptores— darán paso a una peligrosa vena psicopática.
Durante esa parte inicial del metraje, también merece destacarse la dirección del catalán Jaume Collet-Serra, quien, en su tercera película tras La casa de cera (2005) y ¡Goool! II: Viviendo el sueño (2007), sabe conjugar un registro en apariencia dramático con pinceladas inquietantes de gran efecto: el plano cenital de un reguero de sangre, un pájaro agonizante en la nieve, un cruce de miradas en un desayuno.
Sin embargo, Collet-Serra y sus actores quedan atrapados en tal elegancia compositiva mientras el guión de La Huérfana se precipita por vericuetos cada vez menos aceptables, que hubiesen requerido de un desmelene generalizado de todos los implicados para llegar a ser, al menos, divertidos. Hasta llegar a un desenlace, de los más ridículos que nunca han clausurado un thriller (y hablamos de un género que ha dado pábulo a casi todo), que no puede sino provocar nuestra irritación, al ver que está siendo tomado en serio por sus responsables mientras la platea está silbando y dedicándole aplausos irónicos.
Si La Huérfana hubiese sido un producto de serie Z y hubiese pedido desde el principio nuestra complicidad, no nos hallaríamos ante una buena película pero, al menos, no tendríamos la sensación de estafa que sí genera el film de Collet-Serra; sensación reiterada con gran parte del cine comercial producido en estos momentos en Estados Unidos. No perdáis el tiempo con esta película, y buscad el DVD de Joshua.