El escritor Hernán Migoya estrenaba el pasado viernes 23 de octubre en cines de toda España (o, mejor dicho, en siete salas de toda España) Soy un pelele, su ópera prima como guionista y director.
Migoya ha pasado un auténtico calvario con su ópera prima, que llega a los cines tres años después de que se iniciase su rodaje, y, en declaraciones concedidas al diario El Mundo, toma cumplida venganza contra sus productores y el grueso de la industria española, que, con Ley del Cine o sin ella, sigue despertando entre los ciudadanos de a pie numerosas sospechas sobre su funcionamiento y apadrinamiento.
Migoya no descubre sino secretos a voces en el seno de la industria y los medios, aunque suelan callarse debido a intereses creados. Para empezar, su autor asegura que Soy un pelele se ha estrenado en Cataluña doblada al catalán para optar a los hasta 200.000 euros que procura el Instituto Catalán de Industrias Culturales a producciones con capital humano y económico procedente de aquella región y rodadas originalmente en aquel idioma. Es decir, se ha hecho pasar una producción filmada en castellano como si lo hubiese sido en catalán.
Migoya afirma también que le fue imposible averiguar en ningún momento cuál era el presupuesto de Soy un pelele, y que las cifras presentadas por la productora del film, Iris Star, al Ministerio de Cultura podrían estar infladas hasta el doble de los 600.000 euros que, como mucho, calcula Migoya que costó la producción. El objetivo de Iris Star volvería a ser el incremento en la cuantía de las subvenciones, en este caso estatales.
Otra trampa muy frecuente, y que Migoya adjudica también a Soy un pelele, es la compra de entradas por parte de la productora con el fin de simular una recaudación superior a los 35.000 euros, lo que redunda en… más subvenciones.
Estas y otras argucias de los productores (como los estrenos “fantasma” para llegar en plazo a las subvenciones) son tantas y tan exitosas que, para Migoya, Iris Star no convocó a los medios al estreno de Soy un pelele porque “les da igual si se ve o no […] hacen el negocio en otro lado”.