El resultado final es autocomplaciente y, por tanto, fácilmente olvidable.
La excelente actriz Meryl Streep lleva la friolera de treinta y tres años en activo sin que su carrera haya sufrido grandes altibajos. Es considerada la mejor de su generación y ha demostrado, sobre todo en los últimos años, gran versatilidad a la hora de adaptarse a géneros lejos del drama que es el que le ha dado premios y renombre. Curiosamente corona su septuagésima película retornando a un título similar al que supuso su debut. Fue Julia (Fred Zinnemann, 1977) un film plagado de grandes actores el que inició su carrera, aunque ella no encarnaba al personaje que daba nombre a la cinta.
En esta ocasión la actriz sí encarna a una de las Julias del título. Se trata de Julia Child, la esposa real de un diplomático norteamericano que quedó encandilada por la cocina francesa durante la estancia profesional de su marido en París. Su carácter desenvuelto y sin complejos le llevó a aprender cocina y a intentar trasladar sus conocimientos a un libro que sirviera de ayuda a las amas de casa norteamericanas. El libro alcanzó gran popularidad, llevando a su autora a presentar un programa televisivo donde ponía en práctica sus enseñanzas.
La segunda Julia del título es Julie Powell, a la postre autora de la novela que da origen al film y funcionaria en la oficina de ayuda a los damnificados del 11-S, que ahoga sus penas de escritora frustrada en la cocina de su apartamento del barrio de Queens. Julie se siente imbuida por el espíritu vivaz y sin complejos de Julia y decide cocinar durante un año todas las recetas de su libro trasladando sus experiencias a un blog que le permita también aliviar su vocación literaria.
Durante más de dos horas asistimos a la aventura personal de Julie en paralelo a la biografía de Julia de una manera fluida, sin lagunas ni baches. Para ello, la veterana guionista y directora Nora Ephron (autora, entre otros muchos, de los guiones de Silkwood, Cuando Harry encontró a Sally o Algo para recordar) sigue la novela original de Julie Powell intercalando con gran soltura la vida de ambas mediante elipsis temáticas de imágenes o sonidos. A pesar de que la cinta está (como indica con retranca su frase publicitaria) basada en dos historias reales, el hilo narrativo pasa de puntillas por los problemas graves que pueden suceder a sus biografiadas en el tiempo narrado, centrándose en la voluntad y superaciones que ambas llevaron a cabo para lograr ver hecho realidad su proyecto personal: escribir un libro.
El guión y su puesta en escena cumplen su cometido mostrando una historia edulcorada de autorrealización que busca agradar por encima de todo. El público encontrará en la interpretación de Meryl Streep los tics y excesos que la han hecho famosa, tal y como se espera del veterano rockero que al final del concierto interpreta sus éxitos de hace décadas. En la parte actual de la narración no falta la historia de amor al uso y el final exitoso de la protagonista, como mandan los cánones comerciales en el cine actual. Aunque bien es cierto que Ephron escapa con sabiduría y un buen montaje del sentimentalismo más ñoño, el resultado final es autocomplaciente y, por tanto, fácilmente olvidable.