Conscientes de que estamos ante un título que apuesta por el entretenimiento, hay que reconocer que la maquinaria de 'Pandorum' funciona a ratos.
Dos miembros de la tripulación de una nave espacial despiertan en sus cámaras de hibernación. El teniente Payton (Dennis Quaid) y el cabo Bower (Ben Foster) apenas recuerdan nada de lo sucedido con anterioridad, y varios detalles les hacen sospechar que en la misión de vital importancia en que se habían embarcado las cosas no están saliendo como se planearon.
Con el paso de los minutos ambos tripulantes irán recogiendo datos que les confirmarán sus más funestas predicciones: tal vez sean los únicos supervivientes humanos de la nave. A partir de ahí deberán averiguar cómo se ha llegado a esa situación, enfrentándose a peligros inciertos que acechan por los recovecos del inmenso transporte espacial.
El alemán Christian Alvart –que recientemente dio el salto a Estados Unidos con Expediente 39– dirige un thriller de ciencia ficción que bebe de muy diversas fuentes, o que al menos nos hace plantearnos si estamos ante un pastiche deliberado de una larga serie de títulos asociados al género fantástico de los últimos años, incluso décadas: Alien, Depredador, Cube, Horizonte final, The descent, Pitch black, Sunshine, la reciente Moon... Elementos de todas ellas se agitan en la misma coctelera, dando como resultado una película irregular que proporciona una sensación casi constante de déjà vu.
Lo más destacado se agrupa en su tramo inicial, cuando la inquietud que experimentan los protagonistas se transmite al espectador mediante una atmósfera opresiva y claustrofóbica. Es en ese punto donde la intriga predomina en el metraje, siendo difícil adivinar por dónde transcurrirá la historia.
Sin embargo, con el paso de los minutos la trama deriva hacia propuestas más vulgares. La oscuridad predominante acaba por hacerse excesiva, las escenas de acción se resuelven de forma harto atropellada –no se entiende bien qué hace cada personaje, y lo peor es que prácticamente nos da igual– y la confusión se extiende a una serie de explicaciones y de giros de guión finales que no resultan todo lo satisfactorios que deberían.
De todos modos, abandonada tras un buen rato cualquier esperanza de que el relato aspirara a tratar temas de más relevancia –véase Solaris, por ejemplo– y, conscientes de que estamos ante un título que apuesta por el entretenimiento, hay que reconocer que la maquinaria de Pandorum funciona a ratos, aunque en otros segmentos chirríe bastante y le haga perder buena parte de la credibilidad que iba acumulando.
Los seguidores acérrimos de la ciencia ficción saldrán relativamente satisfechos, pero es una lástima que la película desaproveche un arranque bastante prometedor.