De Francia va y viene sin parar, son ya más de diez años haciendo películas por allí. Pero su pueblo es su pueblo, y esa calidad de vida no la quiere dejar por nada del mundo. Charlamos sentados en las butacas de un cine, está como en casa. Sonríe abiertamente, casi se esfuerza en ser simpático, está claro que no quiere que ser actor le distraiga del mundo real.
¿Se siente más cómodo en comedia o en drama?, ¿qué prefiere?
En esto soy bastante ecléctico. En mi vida personal el humor es importantísimo, forma parte de mi vida y espero que sea siempre así, es de las cosas esenciales de la vida. Pero para trabajar me gusta todo, nunca he escogido un guión por ser comedia o drama. Lo que más me gusta no es siempre lo más gracioso. Cada vez soporto menos el humor blanco, las bromitas que no cuentan nada.
Janis & John no es humor blanco, ¿no le parece?
Janis \& John es una comedia con momentos oscuros, con momentos existencialistas, habla de reencontrarse con uno mismo, de reencontrar la felicidad, de que te puedes poner una peluca y salir a la calle si esa es tú felicidad.
La película trae a John Lennon y a Janis Joplin al siglo XXI, ¿qué nos falta para que vuelvan?
El mundo imaginario que nos traen es la idea del momento hippie, una época sobre la que hay una cierta nostalgia, la gente iba más de cara a la idea de no estar sólo, de ser feliz, de pasárselo bien. Hoy en día la vida es dura, difícil, gris. El dinero y el dinero. Trabajamos para vivir y acabamos viviendo para trabajar. Echamos un poco en falta ese espíritu un poco más libre, más revolucionario y distendido. Independientemente de que seas fan de Janis Joplin o de John Lennon, la película aporta este universo de esperanza, de que es posible reírse también en la vida.
Pablo, su personaje, no es nada utópico ni simpático, ¿cómo ha trabajado a un hombre tan aparentemente distinto a usted?
Pablo es un personaje del que estoy bastante alejado, no ve a dos palmos de su nariz. Está completamente encerrado en su situación y cree que no hay salida, cuando el público sí se da cuenta de que las salidas están por todas partes. Es un miserable, aunque no es del todo malo, es un perdedor, un tío que está profundamente solo. Para preparar el personaje, Samuel, el director, me empujó mucho a ir a un rollo muy teatralizado, me hablaba mucho de las comedias italianas, de actuar generosamente, de ser un tío extrovertido. Yo intenté pasármelo bien con eso, y la verdad es que bien me lo pasé.
¿Es usted un actor de método?
Lo que hago principalmente es aprenderme bien el texto. Lo que cuenta cuando la cámara rueda es estar ahí, la capacidad de estar y de creer a tope en la situación que estás haciendo. Tengo la impresión de que el trabajo se hace un poco a pesar de ti. Leer el guión, hablar con el director, los otros actores... aunque tú no quieras esto te va alimentando por dentro. Si un guión está bien escrito, el personaje existe.
Meses después de finalizar el rodaje, Marie Trintignant moría víctima de malos tratos por su pareja sentimental, ¿cómo fue trabajar con ella?
Trabajar con Marie era muy simple, funcionaba de una manera muy natural. De todos actores que hay en la película, Lambert, que está como una cabra, François Cluzet, que es un genio que no sabes nunca lo que va a hacer, Marie era la que trabajaba de forma más parecida a mí. Ella se leyó el guión, lo entendió, le gustaba, se aprendió el texto y nada más. En cuanto cortaban estaba con la gente con buen humor.
¿Le interesan Hollywood y el glamour?
Hollywood no es para nada mi sueño. Si muchos de los que están en Hollywood estuvieran quince días en mi pueblo... No tengo ningún problema en ir a trabajar a Francia, a EEUU o al Camerún. A mí me encanta moverme, conocer gente, pero no es un objetivo, para nada. Muchas veces nos confundimos con los objetivos, como es muy agradable esto de las fotos, acaba siendo difícil distinguir, hay que preguntarse por qué haces este trabajo. El glamour, si lo tengo que definir de alguna manera, es todo lo que no me interesa del cine. A veces puedo hacer cosas para darme una buena imagen, pero pienso que las cosas acaban cayendo por su propio peso, cada uno es como es.