Parece que al mítico Ed Wood, considerado el peor director de la historia del cine, le ha salido un duro competidor. Según la revista Variety, las audiencias abandonaban la sala treinta minutos después de que comience la proyección de The room, un filme dirigido, escrito, protagonizado y producido por Tommy Wiseau; un producto facturado con 7 millones de dólares, ínfimo presupuesto dados los parámetros de la meca del cine. Pero el filme corre el camino de convertirse en la sensación estadounidense de la temporada, pues ya se considera el nuevo fenómeno de culto de los últimos años.
Cinco mil personas se han unido en un grupo de Facebook para apoyar a esta producción, y los fans han empezado a colgar videos en YouTube recreando algunas de las secuencias de la película. Además, los pases a medianoche de la cinta en las salas de Los Angeles cuelgan el cartel de entradas agotadas, ya que acude una media de mil personas a diario. El fenómeno también ha llegado a Londres, donde algunos pases en una conocida sala del centro de la capital han repetido la misma suerte.
Los fans, por supuesto, alegan que el filme es tan espantoso que merece ser visto. The room describe la relación triangular de Johnny, su novia y el mejor amigo de éste. Pero un sinfín de errores de guión y escenas sin sentido copan el metraje del producto. Además, como ya sucediera años ha con The Rocky horror picture show, el público interactúa con la cinta. Muchos espectadores acuden a la sala vestidos como el protagonista o recitan las frases del guión en voz alta. Y cuando aparecen unos inexplicables cuadros con cucharas en sus fotogramas, el público tira cucharas de plástico a la pantalla.
Por si todo esto fuera poco, aún hay más. Nadie sabe quién es Tommy Wiseau, ni cómo consiguió la financiación para esta película, que empleó a 400 trabajadores. La labor de promoción fue pasmosamente extensa y su publicidad ha sido posiblemente lo más caro de todo el proyecto. Los rumores alrededor del director no han tardado en surgir: consiguió el dinero a través de la venta de chaquetas de piel exportadas de Korea. Wiseau mantiene el silencio acerca de cómo consiguió la producción, el montaje, y todo el aparato de marketing que lo publicitaba como el nuevo Tennesse Williams, pues así es como se él se define. Además, afirma que los actores ensayaron más de seis meses y que todo el desaliño del producto estaba premeditado desde un principio. Por supuesto, nadie le da credibilidad alguna.
Los fans ya tienen nombre propio. Se llaman a sí mismos los roomies y han conseguido que el filme llegué a Australia y Canadá. Wiseau, por supuesto, está encantado por haber burlado todo pronóstico y eludir toda crítica. El fulgor está siendo tal que hasta Alec Baldwin ha manifestado recientemente en una entrevista que acudió al cine y vio que una película de la que nunca había oído hablar tenía una interminable cola de espectadores ávidos por verla. Baldwin preguntó por el filme y alguien de la cola respondió que era “la mejor peor película de la historia”. No en vano, ha recibido otra lindeza de calificativo por parte de otra publicación, Entertainment weekly, que la ha definido como “el Ciudadano Kane de las malas películas”. ¿Llegará este fenómeno a España?