Los documentales sobre patos, sus apareamientos, movimientos migratorios, los cambios de su pelaje... son cultura. Atender al concienzudo estudio de cómo el pato ingiere y depone, se baña y solaza, nos hace grandes como especie. Es una de las máximas comúnmente admitidas: ver los documentales de la sobremesa de la 2, sea con ronquidos u ordenando la agenda del móvil, nos culturiza.
Tan comprometidos estamos con la función cultural encomendada, por aquello de que el conocimiento no ocupa lugar y porque nuestra dignidad como seres intelectuales está en juego si no nos cultivamos, que la presencia de público en esas horas es mayoritaria, en porcentajes de vértigo. De hecho, incluso se podría pensar que esas “prime time” logran reunir más gente con sus rayos catódicos de la que es posible por los compromisos de la audiencia con el trabajo y demás quehaceres. Pero para compromiso, el que existe con la 2. Todo, si atendemos lo que declara el público, del que no somos quienes para dudar. Soberanía popular... incluso si fuera mentira, en ese porcentaje, la mentira pasaría a ser cierta. No me irán a cuestionar los dogmas de la democracia. Aunque los medidores de audiencia se empeñen luego en todo lo contrario (alguna conspiración judeo-masónica, se entiende).
EGEDA afirma que el 61% de la audiencia entiende también que nuestro cine patrio es bueno o muy bueno. Nuestro cine en general. Sin individualizar por una vez en Almodóvares-Amenábares ni fenómenos circunstanciales surgidos de la Celda 211. Es bueno y punto. Y uno ve las cifras de la taquilla, ve de hecho ese cine español en su globalidad y se acuerda de los documentales de la 2. Del pobre pato abandonado en la soledad de la parrilla televisiva de sobremesa, sin nadie que quiera verle tomándose sus baños primaverales.
¿Afirma lo cierto la encuesta? ¿realmente satisface tanto nuestro cine? ¿será verdad aquello que dicen nuestros cineastas cuando son estadistas, que el problema es que el público ha evolucionado y ahora descarga las películas en lugar de ir al cine? ¿hay un canal bittorrent español de flujo mayoritario que, también ha pasado desapercibido on-line?
Contaba un Bajo Ulloa apesadumbrado una conversación de dos amigas en el autobús. “Yo con internet ya no pago por nada, me lo bajo todo, los discos, las películas, se hayan estrenado o no...”. Y contaba también cómo su incipiente reflexión sobre la gratuidad de la cultura como bien que no merece pago alguno y expolios todos (siempre con argumentos bien sonantes que un lumbreras dio a la turba armada de routers y derechos afilados) fue cortada por un remate de la propia chica: “bueno, me lo descargo todo menos el cine español, claro”.
La cita la hacía el bueno de Juanma a propósito de una percepción que unos pocos reconocen desde el lado de los creadores, y que otros muchos afirman desde el público. Se trata de algo que, como pasa con la piratería, alude a un mal mayor que sus propias consecuencias: el problema ideológico de fondo. Porque con la piratería el problema es lo que han llegado a creer los piratas sobre sus legitimidades –amparadas, sí, por los excesos SGAE–. Ycon el cine español el problema es que de raíz ya no se quiere saber de él salvo que nos digan “que no parece española, parece cine USA”.
Con todo, la encuesta del 61%, por más que imponga un 39% diciendo lo que pensábamos que en realidad era unánime, nos despista. Salvo que pensemos en el pato de la 2. O salvo que leamos que, en tiempos de estrecheces económicas, un 71% aprueba las subvenciones al cine. Entonces la cosa empieza a oler a encuesta de La Sexta. Y uno se pregunta si Goebbles no se revuelve en su tumba viendo la ruda falta de tacto con la que algunos tratan de imitarle.