En su visita a España para promocionar 'Donde Viven los Monstruos', Jonze no ha atendido a FanDigital solo. Le acompañaba Max Records, el pequeño protagonista del film, quien no ha dudado en interrumpir espontáneamente en algún momento la entrevista mantenida con el director, contribuyendo a la creación de un ambiente distendido, casi tan íntimo y libre, como el que singulariza la película que ha traído a ambos a nuestro país.
Desde que los críticos tuvieron oportunidad de ver Donde Viven los Monstruos, se han preguntado y debatido si nos hallamos ante una película infantil, o ante una reflexión sobre la infancia. Como director de la película, ¿eres consciente de que se presta a esa dicotomía interpretativa?
SPIKE JONZE: Definitivamente, se trata de una película sobre la infancia. En general: sobre la experiencia de ser niño. No fue planteada con un target especial en mente. Ni siquiera el de los niños, pese a basarse en el cuento infantil de Maurice Sedak. Hemos intentado expresar lo que se siente cuando se tienen nueve años, cómo se siente la vida a esa edad. En Estados Unidos también se ha planteado la duda, pero en la práctica ha gustado por igual a niños y a adultos. Quizás porque tengo un gran respeto por el público, y no quiero ni darle las cosas hechas, ni manipularle. Una de las cosas que nos pidió Maurice tras darnos el ok a la adaptación de su cuento es que, por encima de todo, no fuésemos condescendientes hacia Max, el protagonista.
Entre otros aspectos, los diseños de las criaturas y la atmósfera de la película están lejos de corresponder a lo que se espera de una producción infantil. Tampoco en lo relativo a uno de los temas que también aparecían en tu anterior película, El ladrón de orquídeas: la soledad.
SJ: Puede que las criaturas que pueblan la imaginación de Max, con las que corre sus aventuras, no sean los típicos que pueden verse en el cine. Pero puesto que todos somos diferentes, cada niño y su imaginación son diferentes, o debieran serlo, no podía plantear monstruos conocidos, típicos. Había que jugar con nuevos conceptos… que no son tan nuevos, derivan del cuento de Maurice. Las criaturas, por ejemplo. Sencillas como el pensamiento de un niño y, por eso mismo, también ambiguas, incluso terroríficas; peludas y extrañas, que pueden comerte en cualquier momento pero no puedes evitar abrazar. En este aspecto, como en todos, trato de guiarme por el hecho de que la audiencia es lo que cuenta, y la audiencia había de experimentar la emoción nueva, pura, de Max, de manera individual, intransferible. Como si fuese la suya recreada por nosotros. Esa emoción infantil que alberga gozo pero también miedo, calidez y, al tiempo, inquietudes propias de la edad. En cuanto a lo que dices de la soledad, no me había dado cuenta de ello, pero durante la promoción me lo han comentado otro par de veces, y empiezo a caer en que puede haber algo de eso. ¡Algo muy personal! [risas].
Si algo ha caracterizado tanto tu filmografía como tus trabajos como director de vídeos musicales, es el recurso de los protagonistas a la imaginación, que podría entenderse como una manera de escapar a esa soledad.
SJ: Humm, no sé si estás tachando el escapar a la soledad, o a lo real, de algo negativo o positivo. A veces me he topado con gente que lo considera como algo negativo. ¿Es malo el escapismo? Yo diferenciaría ser escapista, una cualidad que sin duda está presente en mi trabajo, de lo que es negar la realidad. Por ejemplo, si yo te pidiese de repente que continuásemos esta entrevista debajo de la mesa, de manera que nadie se enterase de que estamos aquí, no estaría rechazando el hecho de la entrevista; pero sí lo estaría enriqueciendo para ambos, le estaría aportando un plus de juego o intriga, de diversión. Eso es el escapismo para mí.