Ayer murió en San Sebastián, con 66 años de edad, Iván Zulueta, víctima de una insuficiencia respiratoria.
Nacido el 29 de septiembre de 1943 también en Donostia, hijo de una pintora y uno de los directores del Festival de Cine de San Sebastián, Zulueta fue un artista polifacético: músico, interiorista y hasta responsable de carteles para las primeras películas de Pedro Almodóvar, su vocación primordial es sin embargo el cine.
En 1964 se matricula en la Escuela Oficial de Cinematografía. Tras rodar los cortos Ágata (1966) e Ida y Vuelta (1967) y ejercer como realizador del programa televisivo Último Grito (1968), Zulueta logra dirigir su primer largo, la comedia musical Un, dos, tres, al escondite inglés (1969).
A ese título le sigue una fase de experimentación de nuevo en el campo del corto, que Zulueta conjuga con labores como ayudante de dirección para Almodóvar (en los inicios de éste), Ricardo Franco y Jaime Chavarri.
En 1979 concreta su segunda película, entre todo tipo de problemas presupuestarios y de rodaje: Arrebato, posiblemente la mejor cinta fantástica de la historia del cine español, film de culto sobre el poder alienante del cine y los márgenes de la existencia.
Arrebato es un fracaso de taquilla y lleva a Iván Zulueta, presa de la droga, a una larga época de ostracismo profesional, que trata de conjurar con la citada labor artesanal de cartelista y como fotógrafo. A pesar de que volvió a la actividad cinematográfica a partir de finales de los ochenta con trabajos experimentales como Párpados (1989) y Ritesti (1992), su carrera ya no puede despegar, quedando como el corpus propio de un francotirador, que ha legado al cine español una de sus obras más inclasificables e hipnóticas: Arrebato.